Es muy común realizarle favores a nuestro entorno cercano, pero el exagerar y no saber poner límites con los demás puede causar diversas consecuencias. Por eso, al hacernos adultos nos damos cuenta de que somos incapaces de decir no. Esto puede terminar generando en nosotros sensaciones de baja autoestima, culpabilidad y frustración.
El único obstáculo sería la culpabilidad al empezar a poner estos límites, ya que no estamos acostumbrados y creemos que podemos perder relaciones. Pero para evitar esta culpa, podemos empezar a seguir diferentes pautas que nos recomienda la psicóloga de la clínica Ricardo Palma, Mary Castro.
La culpabilidad al no sentir límites
Poner límites es una tarea sumamente complicada, pero el sentimiento de culpabilidad nos hace realizar tareas aunque no sintamos el deseo de realizarlas.
“Esto sucede debido a que creemos que al ponernos primeros pensamos que la otra persona se puede sentir mal, pensamos que no le vamos a agradar. Tenemos miedo a la desaprobación porque al poner límites frenan todo lo que ellos quieren hacer. Además, existe un miedo que ya no cuenten conmigo o ya no me llamen a hacer otras actividades”, asegura Castro.
Pensar en nosotros mismos es sumamente importante y trae beneficios como:
- Ser más autónomo
- Ser firme con mis decisiones
“Es algo que debemos enseñarles a nuestros hijos, explicarles que si algo no les parece o consideran que los pueden hacer sentir mal o incómodos deben manifestarlo asertivamente y decir que no lo harán, sin sentirse culpables. Si la persona no aprende a poner límites a tiempo esta se puede saturar, ocasionando frustración y malestar”, agrega la especialista.
Consejos para no sentirnos así
- Priorizar: Entender y ser conscientes de lo que queremos y no queremos para nosotros. A veces no se puede complacer a todo el mundo.
- Pensar: Las personas no me van a querer más o menos si yo acepto lo que quieren hacer.
- Entender: Hay que realizar las cosas según mi comodidas, seguridad e integridad.
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