¿A quién no le gustaría poder controlar todo? De esta forma, podríamos reducir el riesgo de que cualquier cosa que no forma parte de nuestros deseos, suceda. Lamentablemente, quienes no pueden soltar el control sufren de ansiedad, síntomas corporales, angustia, tensiones, preocupaciones constantes, pensamientos negativos, ideas catastróficas de la vida, entre otras cosas.
Sí, soltar el control es una acción sumamente difícil, pues tras ella, está muy presente el miedo. Principalmente, miedo a que las cosas no salgan como lo hemos planeado, que exista alguna piedra que nos estorbe o que alguna barrera se eleve ante nosotros para ponernos a prueba. Cuando sueltas el control tomas las riendas de lo que sí te corresponde, y le regresas al otro la responsabilidad sobre su propia vida, sentimientos, decisiones y pensamientos.
Estos consejos te ayudarán a comenzar a soltar el control:
Comprende por qué quieres controlarlo todo
Para soltar el control, primero debemos comprender el por qué detrás de esta conducta o tendencia, y saber que hacerlo es una forma en la que te sientes más seguro y a salvo, con cierta certeza sobre las cosas, el futuro o sobre los demás. Recuerda que una de nuestras necesidades básicas es evitar el sufrimiento, y cuando las cosas a nuestra alrededor salen de control, sufrimos. Tener el control es tener el poder, y con eso, creer que evitas el sufrimiento.
El control es una ilusión
Pretender tener el control de absolutamente todas las cosas que suceden en ti y a tu alrededor, te sumerge en una ilusión, en la que crees que tienes el control cuando, en realidad, siempre estamos expuestos a que sucedan cosas que salen de nuestro control. Es una ilusión creer que tienes el control y también pretender tenerlo siempre, así como también creer que teniendo el control te vas a sentir a salvo, protegido y con todo listo para poder relajarte.
¿Realmente ayuda pretender tener el control?
Tómate un tiempo para darte cuenta de la cantidad de desgaste, estrés y tensión que te significa estar luchando por tener el control. Cuando lo hagas, verás que no te estás relajando con este comportamiento, sino que te genera más estrés. Trata de reflexionar cuánto tiempo, esfuerzo y atención pones en mantener el control de ti, de la vida y de los demás. Analiza si realmente te está dando los resultados que esperas que te dé.
Mejor, “toma las riendas”
Tomar las riendas significa hacernos responsables de aquello que sí nos corresponde hacer, resolver o lograr. No es lo mismo soltar el control y dejar que la vida decida por ti, a tomar las decisiones sobre ti mismo siendo flexibles y conscientes de que el camino y las circunstancias puedan modificarse debido a los factores que salen de tu control.
Haz lo mejor que puedas, y suelta lo demás
Preocúpate por lo que quieres para ti mismo y para tu vida. Luego, toma acción para lograr lo que quieres, siempre teniendo en cuenta que el resultado no está asegurado. Esfuérzate en hacer lo mejor que puedas y evita controlar el resultado, soltar esa expectativa es soltar el control. De esta forma, podrás dedicarte en hacer lo que necesitas para tu propio bien.