El mundo moderno caracterizado por un ritmo de vida acelerado, una variedad de demandas constantes y la tecnología, sin duda se ha convertido en el entorno propicio para el surgimiento del estrés. Esta es una realidad omnipresente que logra traspasar cualquier tipo de barrera en la sociedad contemporánea, pues afecta a personas de todas la edades y estilos de vida. Desde las presiones laborales hasta preocupaciones familiares y sociales, el estrés puede manifestarse de diversas formas, causando así un impacto significativo en la salud física y mental.
“La salud mental se encuentra en estado de emergencia, por lo que es una de las mayores preocupaciones actuales y del futuro en el campo de la salud. Se calcula que hoy en día, el 5% de la población mundial sufre de ansiedad y depresión, y si se le añade el factor de estrés y sobrepeso, puede resultar en una ecuación perfecta para el desarrollo de enfermedades físicas y mentales. Es indispensable contar con el conocimiento necesario en torno a las herramientas para el manejo del estrés, además de tratar de llevar una vida lo más saludable posible, la cual nos permita establecer relaciones interpersonales positivas, practicar la meditación y conectar con la naturaleza de vez en cuando”, expresó el doctor Jorge Martínez, médico internista de la Clínica Internacional a Bienestar.
¿Qué es el estrés?
El estrés es una reacción natural del organismo ante situaciones que son percibidas como amenazantes, ya sean reales o imaginarias. Como precisó Karen Pérez Maraví, psicóloga y docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, el estrés puede ser de dos tipos, por un lado, el estrés agudo, el cual es una respuesta inmediata a una situación estresante que generalmente desaparece una vez que el evento ha pasado. Mientras que, el estrés crónico es una forma prolongada de esta reacción que puede persistir durante semanas, meses o incluso años, trayendo consigo una serie de efectos nocivos para la salud física y mental a largo plazo.
“El estrés puede ser desencadenado por diversos factores, como la presión laboral: plazos ajustados, conflictos en el trabajo, inseguridad laboral, largas jornadas y exceso de responsabilidades, así como preocupaciones relacionadas con la falta de dinero: deudas e inseguridad económica. También pueden ser fuentes significativas de estrés: los conflictos familiares, amicales o de pareja, al igual que, diversos cambios importantes en la vida, tales como mudarse, iniciar un nuevo trabajo, casarse, divorciarse, tener hijos, perder a un ser querido o enfrentarse a una enfermedad grave”.
¿Cuáles son los síntomas del estrés?
De acuerdo a la psicóloga, el estrés puede manifestarse de diversas maneras y pueden afectar tanto la salud física como mental, siendo algunos de los síntomas más comunes:
- Cambios en el estado de ánimo: Esto puede incluir irritabilidad, ansiedad, tristeza, cambios repentinos en el humor o sentirse abrumado por las emociones.
- Problemas de sueño: Experimentar dificultades para conciliar el sueño, mantenerse dormido o despertarse sintiéndose cansado.
- Cambios en el apetito: Puede haber una pérdida o aumento del apetito, lo que puede llevar a cambios en el peso corporal.
- Agotamiento: Sentirse constantemente cansado o sin energía, incluso después de descansar adecuadamente.
- Dolores físicos: Experimentar dolores musculares y de cabeza, tensión en el cuello o la espalda, malestar estomacal u otros síntomas físicos sin una causa médica aparente.
- Problemas de salud mental: El estrés crónico puede contribuir al desarrollo o empeoramiento de trastornos de ansiedad, depresión u otros problemas de salud mental.
“Es importante tener en cuenta que, el estrés puede producir síntomas nuevos o exacerbar condiciones crónicas de salud. La descompensación por enfermedades crónicas son indicadores de altos niveles de estrés”, mencionó el médico internista.
¿Cuáles son las enfermedades físicas y mentales que pueden ser causadas por el estrés?
Según el doctor Martínez, el estrés puede causar o empeorar problemas de salud como:
- Hipertensión: Cuando una persona experimenta estrés, el cuerpo libera hormonas, como el cortisol y la adrenalina en el torrente sanguíneo. Estas hormonas tienen efectos fisiológicos que pueden elevar la presión arterial.
- Hiperglucemia: Contribuye al aumento de los niveles de glucosa en sangre. Si el estrés es crónico o recurrente, estos cambios en los niveles pueden tornarse más pronunciados y prolongados, incrementando así el riesgo de desarrollar hiperglucemia en personas con diabetes o predisposiciones a la misma.
- Enfermedades cardiovasculares: Además, de incrementar la presión arterial, también eleva los niveles de colesterol, aumentando así el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, como la enfermedad coronaria y accidentes cerebrovasculares.
- Dolores crónicos: El estrés puede aumentar la sensibilidad al dolor y contribuir al desarrollo de condiciones de dolor crónico, como cefaleas agudas, migraña, fibromialgia y tensión muscular crónica.
- Neuralgias: El estrés excesivo puede originar una respuesta inflamatoria en el cuerpo e incrementar la sensibilidad del sistema nervioso, lo que puede hacer que las personas sean más propensas a experimentar o agravar el dolor neural.
- Trastornos gastrointestinales: El estrés puede derivar en problemas, como el síndrome del intestino irritable, úlceras estomacales, acidez estomacal y diarrea.
- Supresión del sistema inmunológico: Esta reacción prolongada puede debilitar el sistema inmune, haciéndonos más susceptibles a infecciones virales y bacterianas.
Mientras que, a nivel de salud mental, la experta de la Universidad Continental destacó las siguientes afecciones:
- Trastornos de ansiedad: El estrés crónico puede desencadenar trastornos de ansiedad, como trastorno de ansiedad generalizada (TAG), trastorno de pánico, fobias específicas, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y trastorno de estrés postraumático (TEPT).
- Depresión: El estrés puede aumentar el riesgo de desarrollar depresión. Los síntomas pueden incluir: tristeza persistente, pérdida de interés en actividades placenteras, cambios en el apetito y el sueño, fatiga y sentimientos de desesperanza o inutilidad.
- Trastornos del sueño: Este puede interferir con la calidad del sueño y propiciar al desarrollo de trastornos del sueño, como el insomnio, la apnea del sueño y el síndrome de piernas inquietas.
- Trastornos alimentarios: El estrés crónico puede causar o empeorar trastornos alimentarios, tales como la bulimia nerviosa, la anorexia nerviosa y el trastorno por atracón.
- Trastornos de control de impulsos: El estrés puede fomentar el desarrollo de trastornos de control de impulsos, como el trastorno por juego patológico, la cleptomanía y la tricotilomanía.
- Abuso de sustancias: Esta reacción natural puede aumentar el riesgo de abuso de sustancias, como el alcohol, las drogas ilícitas y los medicamentos recetados. En concreto, el abuso de sustancias puede ser una forma de hacer frente al estrés percibido.
“También tiene un impacto importante a nivel cognitivo, puesto que las personas pueden presentar problemas de concentración, memoria, rumiación o pensamientos acelerados, afectando así la capacidad para pensar de manera creativa o encontrar soluciones efectivas a los problemas”.
¿Cuáles son los factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar estas enfermedades?
Entre los factores de riesgo más determinantes, se encuentran los siguientes:
- La predisposición genética: Este factor puede influir en la forma en que una persona responde al estrés y en su vulnerabilidad a desarrollar enfermedades relacionadas con el estrés, como trastornos de ansiedad, depresión y enfermedades cardiovasculares.
- Experiencias traumáticas previas: Las experiencias traumáticas pasadas, como abuso físico, abuso sexual, violencia, accidentes graves o eventos traumáticos en la infancia también pueden ser un factor determinante.
- Falta de apoyo social: Las relaciones interpersonales deficientes, el aislamiento social o la falta de redes de apoyo, pueden aumentar la vulnerabilidad al estrés y contribuir al desarrollo de problemas de salud mental relacionados con esta respuesta natural del organismo.
- Estilos de vida poco saludables: Factores, como una dieta poco saludable, falta de ejercicio regular, consumo de tabaco, alcohol y drogas ilícitas pueden incrementar la prevalencia de desarrollar problemas de salud relacionados con el estrés.
“Es fundamental considerar que, si bien todas las personas están expuestas a sufrir de estrés, sí puede existir una serie de diferencias entre los grupos de género y edad, las cuales suelen estar asociadas a factores psicosociales, las condiciones de vida y el entorno familiar. Por ejemplo, las mujeres tienden a experimentar más estrés que los hombres, al igual que, los jóvenes pueden ser más vulnerables a ciertos efectos del estrés.”, refirió Jorge Martínez.
¿Qué estrategias pueden ayudar a manejar el estrés y prevenir el desarrollo de estas enfermedades?
En primer lugar, como recalcó el especialista de la Clínica Internacional, es crucial mantener un estilo de vida saludable, lo cual implica adoptar una serie de hábitos, tales como una dieta equilibrada, realizar actividad física regular, lograr una buena calidad del sueño, así como evitar el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilícitas. Sin lugar a duda, estos aspectos pueden ayudar a fortalecer el cuerpo y la mente, con la finalidad de enfrentar de una mejor manera el estrés cotidiano y, por ende, reducir los efectos negativos para la salud general.
“Otra gran estrategia para poder disminuir el estrés y mejorar el estado de ánimo, es la práctica del autocuidado, es decir, dedicar un momento del día para diversas actividades que sean placenteras y que promuevan el bienestar integral, como los hobbies, la lectura, el arte, la música o el tiempo al aire libre. De igual modo, la práctica de técnicas de relajación puede ser muy beneficiosa para la salud. Por ello, podemos considerar técnicas, como la respiración profunda, la meditación, el yoga, el taichi, la visualización o la relajación muscular progresiva”, recomendó Karen Pérez.
Finalmente, si el estrés se vuelve abrumador o dificulta el funcionamiento diario, es sustancial buscar ayuda profesional, ya sea con un terapeuta o consejero que pueda proporcionar apoyo, orientación y una variedad de herramientas para manejar el estrés de manera efectiva. Además, es esencial que el especialista en salud mental pueda realizar una evaluación exhaustiva para comprender la naturaleza y la gravedad del estrés, así como sus efectos en la salud física y mental de una persona.
“Esto puede incluir la identificación de factores desencadenantes específicos, la evaluación de síntomas y la determinación del impacto en la calidad de vida. Básicamente, se debe elaborar un plan de tratamiento o intervención personalizada, como la terapia cognitiva- conductual, cambios en el estilo de vida, entre otros. Definitivamente, la atención médica preventiva es la clave para poder abordar el estrés de forma precoz y así evitar que los problemas de salud se agraven con el tiempo”.
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