Si nos remontamos a unos 30 o 40 años atrás, una piel bella y saludable era sinónimo de un broceado perfecto, el cual era el resultado de largas jornadas bajo el sol y el uso de diversos productos que incluso no eran destinados para dicho objetivo. No obstante, con el paso del tiempo, la ciencia y la consciencia de los seres humanos, el protector solar ha tomado un protagonismo que las generaciones anteriores nunca imaginaron, pues hoy es un aliado indispensable que beneficiaría al órgano más extenso de nuestro cuerpo previniendo el envejecimiento prematuro y el daño causado por la excesiva exposición a los rayos solares.
Pero a veces la pregunta del millón es, ¿qué bloqueador comprar? Definitivamente, es un hecho que el mercado hoy en día nos presenta una serie de productos diversos, la publicidad engañosa y el exceso de información hacen que el consumidor entre en un dilema, ocasionando despilfarro de dinero y una mala experiencia.
¿Cómo elegir un bloqueador?
Si bien es cierto, no todas las pieles son iguales, no tiene por qué ser una búsqueda implacable conseguir el producto ideal, simplemente la clave del éxito como refiere Ysabel Martínez, Gerente Técnico y de Asuntos Regulatorios de Natura, se centra en cuatro factores fundamental que nos permitirán gozar de una dermis luminosa e hidratada durante todo el año.
Evitar ingredientes controversiales: el uso de ciertos químicos en estos productos pueden ser dañinos no solo para los seres humanos, sino también para la vida marina. Por esta razón, es esencial que siempre verifiquemos los ingredientes que contienen los protectores, ya que algunos como el onoxibenzona y octinoxato debemos evitarlos, puesto que ambos químicos son disruptores endocrinos, alterando así el adecuado funcionamiento del sistema humano. Asimismo, el octrocrileno puede causar una dermatitis severa ante la exposición al sol.
En definitiva, estos son algunos ejemplos bastante claros de químicos, los cuales son empleados actualmente en muchas cremas solares. Si quieres conocer más sobre este tema, te recomendamos revisar las listas y disposiciones de organismo de regulación internacional como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Igualmente, existen aplicaciones que pueden orientar a uno en el momento de la compra tales como INCI BEAUTY en donde puedes visualizar los ingredientes según una clasificación por colores que indica si un elemento es potencialmente peligroso o no para el uso tópico.
Atento a los sellos: este segundo punto es importantísimo, ya que en muchas ocasiones podemos pasarlo por alto. Los productos con sellos de protección UVB y UVA nos permitirán saber cuáles nos protegerá la piel de la radiación que llega a las capas superficiales de la dermis y aquella que penetran en las más profundas, causando así el envejecimiento prematuro de la misma. Otro factor tan importante como el anterior, es el sello que certifiquen que los protectores sean veganos, libres de crueldad animal y cuenten con envases biodegradables o reciclado. Para ello, en nuestro radar debe estar presente Cruelty Free Internacional, PETA, Leaping Bunny y Choose Cruelty Free, siendo estas las principales organizaciones que se encargan de regular y certificar a las marcas que verdaderamente tienen un compromiso con el ambiente y el bienestar de todos los seres vivos sin excepción.
Busca fórmulas ecoamigables: retomando lo antes mencionado, debemos ser conscientes que el uso de protectores que contengan químicos altamente peligrosos puede dañar al sistema marino una vez que ingresamos al mar. Por esta razón, debemos realizar una compra consciente y responsable que sea beneficiosa, pero que no perjudique a nuestro ecosistema.
Revisa el factor de protección solar: debemos saber que al adquirir un producto con factor solar (SPF) 30 o 50 no estamos protegidos al 100 %. Por lo tanto, es clave que este sea usado correctamente; es decir; reaplicando cada 2 horas según explica la FDA. Además, Martínez nos recuerda que el producto debe ser aplicado media hora antes de la exposición solar y luego de una sudoración intensa, al nadar o bañarnos, secarnos con la toalla y ante una exposición prolongada.