Históricamente, el hábito de fumar ha estado ligado a diversos aspectos socioculturales, desde la industria cinematográfica hasta las campañas publicitarias que solían glorificar el uso del tabaco. Sin embargo, con el paso del tiempo, la evidencia científica nos ha ido demostrado- de forma contundente- la amplia variedad de efectos nocivos que genera esta sustancia en el organismo. Por este motivo, el tabaquismo es considerado como uno de los problemas de salud pública más significativos y persistentes a nivel mundial, ya que es de las principales causas prevenibles de ciertas enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, las respiratorias y el cáncer.
Si bien, hoy en día se están realizando diversos esfuerzos para generar una mayor conciencia sobre los peligros del tabaco, aún existen más de 13000 millones de personas que practican este hábito en el mundo, siendo el 36,7% hombres y el 7,8% mujeres. Según la Organización Panamericana de Salud (OPS), las encuestas realizadas en los últimos años muestran reiteradamente que, hay niños de entre 13 y 15 años de edad que consumen tabaco y productos con nicotina.
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que, esta epidemia sigue siendo de las mayores amenazas para la sociedad contemporánea, puesto que es el responsable de más de 8 millones de muertes al año, de las cuales cerca de 1,3 millones son no fumadores, es decir, son personas que están expuestas permanentemente al humo ajeno.
¿Qué sucede en el cuerpo por el consumo progresivo del tabaco?
En primer lugar, es importante tener en cuenta que, solamente hay tres formas en las que una sustancia puede ingresar al cuerpo: la boca, la piel y las vías respiratorias: la nariz, la faringe, la laringe, los bronquios, así como los pulmones, los cuales han sido creados únicamente para poder introducir oxígeno. Por ello, cuando una persona fuma, la combustión del cigarro produce otro tipo de sustancias químicas diferentes al aire, específicamente 7000 de las cuales, 69 han sido identificadas como tóxicas o carcinógenos, por lo que generan cáncer, precisó Yan Carlos Vargas, oncólogo-radioterapeuta y director de Oncodrip a Bienestar.
“Aunque la nicotina es el compuesto más famoso del cigarrillo, en realidad no es la más tóxica, pero sí es la que genera adicción y esta necesidad inminente por fumar. No obstante, la culpable de la mayoría de estos carcinógenos es el alquitrán, seguido de una basta lista de sustancias tóxicas, como el amoníaco, el dióxido de carbono, el monóxido de carbono, el propano, el metano, la acetona, el cianuro de hidrógeno, entre muchas otras. Entonces al inyectar directamente estas sustancias en los pulmones hace que los alvéolos, los cuales son unas pequeñas bolsas y el último lugar a donde llega el oxígeno, el mismo que luego debe transitar por la sangre y circular por todo el organismo. Por esta razón, si bien una persona que fuma tiene de 5 a 10 veces más de posibilidades de sufrir de un cáncer de pulmón, la realidad es que, este hábito puede producir también otros cánceres, como de lengua, encías, faringe, laringe, bronquios, tráquea, cuello uterino, cerebro, colon, mama, sarcoma, etc. Asimismo, aumenta la probabilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, tales como la hipertensión arterial y la enfermedad coronaria (angina de pecho o infarto del miocardio)”.
Por otro lado, Javier Jauregui, neumólogo de la Clínica Ricardo Palma destacó que, el consumo progresivo del tabaco provoca lesiones y un compromiso de toda la vía aérea, por lo que cuando un individuo fuma e inhala el humo, en todo ese trayecto se genera un efecto inflamatorio, el cual posteriormente puede desencadenar infecciones respiratorias, puesto que el tabaco disminuye la respuesta inmunitaria de las vías. Por consiguiente, las personas son más propensa a desarrollar infecciones respiratorias agudas, como laringitis, bronquitis y neumonía. Una vez que el consumo es crónico, ocasiona una serie de cambios en la estructura de la mucosa bronquial, lo que puede conllevar a mutaciones celulares, en otras palabras, cáncer, así como también enfermedades respiratorias, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y la fibrosis pulmonar, dado que se produce una destrucción de los bronquios, los bronquiolos y los alvéolos.
“Según la OMS, aproximadamente el 90% de los casos de EPOC y el 85% de las muertes por cáncer de pulmón están relacionados con el tabaquismo. En el Perú, hay 49 mil casos de deceso por EPOC, 24 mil por neumonía, 7900 por accidente cerebro vascular (conocido como derrame cerebral) y 6900 diagnosticados con cáncer relacionados al tabaco. Igualmente, se calcula que, el 12.5% de todos los fallecimientos en el Perú pueden ser atribuidas al tabaquismo”, detalló el doctor Álvaro Bejarano, neumólogo del Programa de Detección Temprana de Cáncer de Pulmón en la Clínica Internacional.
¿Qué cambios ocurren en los pulmones con el consumo prolongado de tabaco?
Desde luego, como recalcó Luis Más, cirujano oncólogo de tórax de Oncosalud, fumar daña las vías respiratorias y los pequeños sacos de aire en los pulmones y, básicamente, este daño se produce rápidamente cuando uno comienza a fumar y la función pulmonar sigue empeorando a medida que la persona continua con este hábito. Sin embargo, puede que tome años antes de que se pueda notar el problema lo suficientemente como para diagnosticar la enfermedad pulmonar.
Por ello, entre los cambios que se producen en el organismo por el consumo prolongado del tabaco se encuentran los siguientes:
Cambios funcionales:
- Los fumadores presentan reducciones que varían entre 2% y 16% en los diversos indicadores espirométricos, los cuales sugieren una afectación temprana de la capacidad del pulmón para movilizar el aire por las vías aéreas.
Cambios estructurales:
- Algunos pacientes fumadores sintomáticos pueden tener una espirometría normal y presentar daños estructurales en el parénquima pulmonar identificados en la TAC de tórax, o en alteraciones funcionales como la disminución en la capacidad de difusión del monóxido de carbono (DLco) o el atrapamiento aéreo en los volúmenes pulmonares, reflejando enfisema y/o enfermedad de la pequeña vía aérea.
- La exposición activa o pasiva al humo del tabaco puede conllevar a una inflamación y fibrosis peribronquiolar, alteración de la estructura y función del epitelio alveolar, engrosamiento de la íntima vascular y destrucción de alvéolos.
- La exposición prolongada al humo del tabaco activa y pasiva aumenta el riesgo de infecciones del tracto respiratorio superior e inferior, tales como el resfrío común, otitis media, infecciones por virus de la influenza y respiratorio sincicial, bronquitis, neumonías y otras infecciones bacterianas graves (infección neumocócica invasiva y meningococcemia).
¿Qué mecanismos son responsables del daño pulmonar en los fumadores?
En concreto, el daño pulmonar en los fumadores es causado por una combinación de factores fisiológicos y químicos. La inhalación del humo del tabaco introduce sustancias tóxicas en los pulmones, las cuales provocan una inflamación crónica, irritación de las vías respiratorias, daño en los tejidos pulmonares y destrucción de los alvéolos. Además, los radicales libres presentes en el humo del tabaco pueden desencadenar estrés oxidativo y daño celular, contribuyendo así al desarrollo de enfermedades pulmonares, como la EPOC y el cáncer de pulmón, indicó el doctor Bejarano.
¿Qué tipo de daños a los pulmones se consideran irreversibles?
Básicamente, cuando hablamos de irreversibilidad con respecto al cuerpo, es cuando algo se convierte en una especie de cicatriz o fibrosis. Como mencionó el oncólogo-radioterapeuta, cuando esto sucede en los pulmones, la zona que ha estado en contacto con las toxinas emitidas por el cigarro, como el organismo trata de protegerse, el alvéolo empieza a tornarse en una fibra, razón por la cual, este no permite el paso del oxígeno y otra sustancia más, por lo que esta pequeña bolsa pierde su función, por ende, la persona se queda sin un alvéolo.
“A medida que este consumo es progresivo y constante, la capacidad de poder ingresar oxígeno al pulmón empieza a disminuir significativamente, por lo tanto, se va perdiendo la funcionalidad del pulmón y el individuo puede tener cada vez más dificultad para respirar, resultando así en un daño irreversible, al cual se le denomina enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), al igual que, otras secuelas incurables, como la fibrosis pulmonar o los diferentes cánceres, en especial, de pulmón”.
De igual modo, Javier Jauregui aseguró que, el consumo prolongado del tabaco puede exacerbar padecimientos preexistentes como el asma bronquial, pues si una persona asmática fuma con frecuencia, pese a emplear inhaladores, definitivamente, no va a mejorar y la enfermedad va a progresar significativamente.
“Además, es fundamental considerar que, hay ciertos factores de riesgo que pueden acelerar el daño pulmonar en los fumadores, tales como los antecedentes familiares de cáncer de pulmón, pues incrementa el riesgo de una neoplasia en 1.8 veces, la exposición laboral a sustancias tóxicas (el silice, el asbesto y el arsénico), la exposición al humo de la leña y la exposición a la contaminación ambiental”, refirió el experto de la Clínica Internacional.
¿Cómo se ve afectada la capacidad regenerativa de los pulmones después de dejar de fumar?
De acuerdo con el doctor Luis Más, cuanto más temprano una persona deje de fumar, menores serán las probabilidades de llegar a tener cáncer y otras enfermedades:
- 20 minutos después de abandonar el hábito, el ritmo cardíaco y la presión sanguínea bajan.
- 12 horas después, el nivel de monóxido de carbono en sangre baja al nivel normal.
- De 2 semanas a 3 meses después, la circulación mejora y la función pulmonar aumenta.
- De 1 a 9 meses después, disminuyen la tos y la dificultad para respirar. Las estructuras parecidas a vellos pequeños que eliminan el moco de los pulmones (los cilios) empiezan a recuperar su función normal en los pulmones, lo que incrementa la capacidad para controlar las mucosidades, limpiar los pulmones y reducir el riesgo de las infecciones.
- 1 año después, el riesgo excesivo de cardiopatía coronaria se reduce a la mitad del que tiene una persona que continúa fumando. El riesgo de ataque cardíaco disminuye dramáticamente.
- 5 años después, el riesgo de cáncer de boca, garganta, esófago y vejiga se reduce a la mitad. El riesgo de cáncer de cuello uterino también disminuye al nivel de riesgo de una mujer no fumadora. El riesgo de accidentes cerebrovasculares (derrames cerebrales) puede reducirse al nivel de una persona no fumadora después de 2 a 5 años.
- 10 años después, el riesgo de morir por cáncer de pulmón es aproximadamente la mitad al de una persona que aún fuma. Disminuye el riesgo de cáncer de laringe y de páncreas.
- 15 años después, el riesgo de sufrir una cardiopatía coronaria es igual al de una persona que no fuma.
“Por lo tanto, es esencial someterse a un tratamiento lo antes posible para minimizar- en la medida de lo posible- los efectos del tabaco. Ciertamente, el tabaquismo debe abordarse de forma integral y multidisciplinaria, por lo que tienen que participar neumólogos, cardiólogos y especialistas en la salud mental. Actualmente, existen tratamientos farmacológicos, terapias de reemplazo, programas de apoyo psicológico y de modificación de conducta que pueden ayudar a los fumadores a dejar este hábito y reducir los daños en los pulmones. Asimismo, recordar que, si una persona fuma, ha fumado antes o ha estado expuesto al humo del cigarrillo en su entorno, es crucial acudir a un neumólogo para una revisión de las vías respiratorias. Detectar cualquier enfermedad en una etapa temprana, permite un tratamiento más efectivo y mejora la proyección de vida”, sostuvo Álvaro Bejarano.
¿Qué efectos tiene el tabaquismo pasivo en los pulmones de personas no fumadoras?
En definitiva, como afirmó Más, un fumador pasivo tiene un 20% a 30% más de riesgo de padecer una enfermedad coronaria y cáncer de pulmón. Mientras que, los hijos de padres fumadores tienen un 20% más de riesgo de sufrir de asma, infecciones respiratorias (30%), otitis (50%), catarros frecuentes, tos persistente, etc.
De igual modo, entre los efectos del tabaco se destacan, el retraso del crecimiento intrauterino y el bajo peso al nacer en los neonatos. El tabaquismo materno durante el embarazo, también es un factor de riesgo relacionado directamente con el síndrome de la muerte súbita del lactante.
¿El vape puede generar el mismo daño pulmonar que el tabaco?
Según la OMS, los vapes o cigarros electrónicos generalmente contienen nicotina y otras sustancias tóxicas que son nocivas tanto para las personas que los utilizan como para aquellas que están expuestas a los aerosoles indirectamente. Además, se ha detectado que algunos dispositivos que afirman carecer de nicotina, en efecto, la contienen. Por esta razón, es importante tener en cuenta que, al emplear un vape no se aspira vapor de agua -como suelen pensar muchas personas- sino que se inhala nicotina vaporizada.
“Lamentablemente, los cigarros electrónicos son una nueva estrategia de la industria tabacalera para poder captar a los jóvenes, quienes más adelante van a hacer uso del tabaco convencional. La realidad es que, el vape genera efectos similares al humo del cigarro, tales como el EPOC, el enfisema, las infecciones respiratorias y las diversas neoplasias. También se han reportado casos de EVALI, la cual es una lesión pulmonar asociada al uso del vape. Básicamente, esta es un proceso inflamatorio agudo en los pulmones que daña la membrana capilar alveolar, provocando así una insuficiencia respiratoria grave, que hace que los pulmones se tornen blancos, motivo por el cual, el paciente no solo va a necesitar de oxígeno, sino también de una ventilación mecánica”, señaló el doctor Jauregui.
¿Qué medidas preventivas pueden adoptar las personas para proteger sus pulmones?
Uno de los mayores beneficios para la salud al dejar de fumar, es recuperar la capacidad pulmonar que los exfumadores han visto sacrificado debido al alquitrán y otras sustancias químicas perjudiciales contenidas en los cigarrillos. Sin embargo, como recomendó el neurólogo de la Clínica Internacional, hay ciertas estrategias que pueden seguir tanto las personas que están dejando atrás este hábito tan dañino como aquellas que no fuman, con la finalidad de mantener unos pulmones más sanos:
- Dejar de fumar, desde luego es la medida más efectiva para proteger los pulmones.
- No consumir cigarrillos electrónicos.
- Evitar la exposición al humo y la contaminación ambiental.
- Promover un estilo de vida saludable.
- Seguir una dieta balanceada y rica en antioxidantes, ya que ayuda a reducir la inflamación y protege la salud pulmonar.
- Realizar actividad física regular, pues fortalece los músculos respiratorios y mejora la capacidad pulmonar, lo cual resulta muy beneficioso incluso para los exfumadores.
- Realizar controles médicos regulares.
- Acudir a una consulta preventiva con un neumólogo.
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