La picantería Las Manuelita abrió sus puertas por primera vez en 1931, con doña Manuela Ochoa Llerena al frente de sus fogones, en una calle llamada Abracitos y cerca al centro de Cusco. Manuela Ochoa había aprendido a cocinar en el que fuera el restaurante de su tía, en el mismo lugar que se convertiría años después en su picantería.
Tras el terremoto que sacudió el Cusco en 1950, el espacio se trasladó al jirón Atahualpa, donde sigue funcionando al día del hoy. El nombre “Las Manuelitas” llegó mucho después, sin embargo. Fue Emilia Ochoa, hija de doña Manuela, quien bautizó a la picantería de esta manera después de la muerte de su madre, en 1997. Manuela Ochoa tenía 97 años y había dedicado su vida entera a la cocina.
Emilia Ochoa es la gran heredera de los secretos y la sazón de un linaje picantero. “Toda mi vida he estado en la picantería. Junto a mis hermanos crecí en ella, y moriré en ella”, nos comenta doña Emilia, quien ya tiene 77 años de edad. A los 12 entró para ayudar a su madre con el trabajo, y aprendió así a conocer todo sobre el servicio y la preparación de los platos.
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Hoy Doña Emilia se encarga de supervisar y ayudar en la cocina de vez en cuando. Tal y como hizo su madre, ella también ha trasladado sus conocimientos a sus hijos y nietos, quienes se encargan actualmente de dirigir el restaurante. “Mi nieto Carlos hizo pavimentar y arreglar la picantería. Antes todo era de adobe, con un fogón pequeño. Gracias a él todo está más bonito” nos comenta ella.
¿Qué podemos encontrar en su menú? Platos que perduran en el tiempo y que mantienen viva la tradición picantera como la zarsa de patita, malaya frita, guiso de rabo, soltero de Cuchicaga, cascaparito, apanados de lengua y panza, trucha frita y uno de los platos preferidos por muchos cusqueños: el costillar frito.
Su rica chicha y la frutillada acompañan todas estas delicias, con una rigurosa preparación que se conserva como era antes. “La preparación de la chicha dura tres días, comenzando con el “upi”, que es la primera jora molida. Le siguen varios procesos hasta que obtenemos el resultado. De la chicha sale la frutillada”, explica doña Emilia.
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A lo largo de los años “Las Manuelitas” ha recibido la visita de distintas autoridades y personajes cusqueños, además de ganar varios concursos tradicionales a nivel regional y una distinción del Congreso de la República. “Nos invitaron a recibir una medalla y un diploma”, cuenta orgullosa Doña Emilia.
En la visita no se pueden dejar de ver los muchos cuadros y fotografías que hay en las paredes. Es la mejor manera de contar la historia de esta picantería a través del tiempo. “Las Manuelitas” es un lugar que se caracteriza por su buena sazón y servicio, su variedad de platos, y su rica frutillada. Es muy acogedor y recibe a varios comensales cada día. “Invito a todos los turistas y cusqueños a venir a probar nuestros ricos platos”, se despide doña Emilia, no sin antes enviarle un saludo a las Mechitas Mercedarias y los lectores del diario El Comercio.
Más información: En Picantería Las Manuelitas nos esperan con los brazos abiertos en el jirón Atahualpa 433, urb. Tahuantinsuyo (Cusco). Atahualpa, Cusco.