El Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para crear Mi Agro, la nueva entidad que financiaría a los productores del sector agrario. (Foto: El  Comercio)
El Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para crear Mi Agro, la nueva entidad que financiaría a los productores del sector agrario. (Foto: El Comercio)

El permite poner el foco en las necesidades de los diferentes sectores de nuestro . Los múltiples pedidos y la lista de sugerencias de política son siempre bienvenidos porque es importante poner en la mesa la real dimensión de los distintos problemas y enfrentarlos con las herramientas correctas. Quisiera en ese contexto poner un poco de perspectiva sobre el uso de algunas herramientas financieras que pueden atender algunos de los problemas de nuestro agro y también de nuestra ganadería.

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Un primer problema de los pequeños productores es que para ellos es mucho más complejo enfrentar eventos catastróficos, pues al ser pequeñas unidades productivas no tienen las espaldas financieras, ni la diversificación productiva suficiente para atenuar dicho riesgo. En estos casos se pueden hacer dos cosas: una es responder después de la desgracia vía un fondo destinado; y la otra es asegurar este riesgo, definiendo de antemano un monto de compensación en caso se materialice el riesgo. 

Desde el punto de vista de gestión financiera, es mucho más barato hacerlo vía un seguro porque, de otro modo, tendríamos que inmovilizar muchos más recursos para eventos sistémicos. Para una parte de este grupo, hoy el Minagri ofrece el seguro agrario catastrófico (SAC) gratuito en los distritos más pobres de ocho regiones del país. Sería interesante que los gobiernos regionales también destinen sus recursos para que más agricultores estén debidamente protegidos. Es crítico definir qué productos y en qué distritos se recibirá protección, y cuál será dicho nivel de protección.

Para el siguiente nivel de unidades productivas el problema es que al aún ser relativamente pequeñas y no tener mecanismos de aseguramiento, son muy riesgosas. Este elevado riesgo implica un costo de crédito mayor que el que su propia rentabilidad les permite pagar. Esto les impide romper el círculo vicioso: el crédito les permitiría tener mayor escala y productividad.

Al no ser unidades en pobreza, no califican al SAC, por lo que las opciones de la caja de herramientas financieras en este caso son tres. Una primera opción es dar crédito (artificialmente) barato. Esto lo hemos hecho muchas veces y nos ha ido mal. Los incentivos para ponerse en la fila sin merecerlo son enormes. 

Una segunda opción, es la que estaba trabajando el Minagri que es crear la posibilidad de un seguro agrario comercial semi-subsidiado; es decir, el Estado ayuda a reducir el perfil de riesgo, pero los productores deben pagar una parte de ese seguro. Uno quisiera promover que se aseguren todos los años y no sólo cuando la amenaza es inminente. La tercera opción es que todo crédito tenga un componente de aseguramiento para reducir el riesgo del cliente y se refleje en menores créditos.

Otro problema que enfrentan los agricultores es la sobreproducción, que se traduce en precios bajísimos. Para ello, las soluciones financieras pueden no ser las más eficaces. Antes, el gobierno ha optado por destinar recursos a la compra de parte de esta sobreproducción. El problema de esto es que se da una mala señal al agricultor, al decirle que no importan sus errores. La solución pasa por abrirle nuevos mercados.

Apoyemos al agro, pero con las herramientas correctas. Un agro más resiliente resuelve problemas de pobreza y nos da mayor seguridad alimentaria.