Marcial García

Para nadie es un secreto que hacer minería en el Perú es cada vez más difícil. La conflictividad social, la tramitología y la inestabilidad política han alcanzado niveles intolerables, ahuyentando a la inversión. De hecho, el BCR estima que la inversión en el sector cerrará el año con una caída de 16,7%. No obstante, y aunque parezca paradójico, a los ojos de un alto número de profesionales ligados a esta industria, el atractivo minero de nuestro país habría mejorado en comparación con el resto del mundo.

Así se observa en la última Encuesta Anual de Competitividad Minera que acaba de publicar el Instituto Fraser de Canadá, recogiendo opiniones de ejecutivos de 180 compañías productoras y exploradoras de todo el planeta. En la medición del 2022, escalamos ocho posiciones. Pasamos del puesto 42° (de 84) al 34° (de 62). El resultado es sorpresivo dado que el ambiente hostil en que las mineras han estado operando en nuestro país hacía prever un retroceso incluso más pronunciado que el registrado en la edición anterior.

Uno de los datos más llamativos del sondeo es que superamos a Chile (nuestro “benchmark” habitual) en el ranking de países más atractivos para la inversión minera. El vecino sureño bajó cuatro peldaños, situándose en la discreta casilla 35°, un tropiezo considerable si se toma en cuenta que en el 2018 figuraba en la ubicación 6° de un total de 83 países y territorios estudiados. Hablamos de un descenso de 29 escalones en apenas 5 años.

A pesar del salto que ha dado, el Perú se mantiene a mitad de tabla a nivel mundial y regional, posicionándose sobre Chile (35°), Colombia (36°), México (37°) y Bolivia (52°), pero por debajo de Guyana (22°) Brasil (25°), Ecuador (27°) y de las provincias argentinas de San Juan (19°) y Santa Cruz (32°).

Luego del bache sufrido en el 2021, nos recuperamos en los dos índices del estudio. Uno evalúa qué tan favorables son las políticas públicas para la inversión en esta actividad extractiva y, el otro, el potencial minero (es decir, los aspectos geológicos). En el primero de ellos caímos más de 12 puntos, obteniendo nuestro peor puntaje de los últimos años, pero pese a ello logramos trepar del lugar 69° al 49°, mientras que en el segundo subimos casi siete puntos y ascendimos del 24° al 17° de la lista.

Si bien la noticia no deja de ser positiva, un análisis apresurado podría conducirnos a la peligrosa conclusión de que vamos por buen camino. Creer eso sería un error. Al analizar el reporte, de unas 80 páginas, se aprecia que el avance del Perú se debe en gran parte a que en otros países las condiciones para la inversión minera se han deteriorado en mayor medida que en el nuestro, y a que el número de jurisdicciones evaluadas se redujo de 84 a 62. El riesgo de negar nuestra realidad es que podría llevarnos a la autocomplacencia, a no hacer nada.

Pero junto con esta constatación, el informe deja meridianamente claro que en nuestro caso la pérdida de atractivo no se explica por factores geológicos, sino más bien por aspectos que dependen de nuestras autoridades, tales como estabilidad política, condiciones de seguridad, relaciones con las comunidades, regulación medioambiental, entre otros.

Más allá de las estadísticas, esta evaluación pone en evidencia que aún existe mucho por mejorar para poder atraer más capitales para la minería. No podemos mantener el ‘statu quo’ y arriesgarnos a que los inversionistas terminen apostando por destinos más seguros y estables. A partir de un diagnóstico detallado se podrán identificar los puntos que requieren mayor atención.

Sería ingenuo esperar que en el gobierno de Dina Boluarte se resolverán problemas que se remontan a hace varios años, pero podría sentar las bases para para desbloquear proyectos hoy paralizados.

La historia demuestra que la inversión minera beneficia enormemente el crecimiento de nuestra economía, genera puestos de trabajo y mayor recaudación de tributos para financiar los servicios que demanda la población, algo que favorece principalmente a los más vulnerables. No hay tiempo que perder.

Marcial García, Socio de Impuestos de EY Perú