Muchachos en zapatillas
Muchachos en zapatillas
Jorge Paredes Laos

Juan Diego y Marjorie no trabajan. Ambos tienen 23 años y viven en el Rímac. Él estudia Ingeniería Geológica y ella Historia, los dos en universidades nacionales. Paolo vive en Villa El Salvador, tiene 21 años y su origen es dramático: nació a raíz de una violación cometida por su padre a una vecina. Fue criado por la esposa del padre, quien lo reconoció como hijo suyo. Estuvo involucrado en robos y pandillas, y ahora es padre de un niño de cuatro años. Trabaja a destajo en la carpintería de uno de los hijos de su madre biológica. Carolina tiene 24, postuló dos veces a la universidad pero no ingresó. A los 20 le diagnosticaron esquizofrenia. Vive en Magdalena y trabaja en un supermercado. Gino tiene 21, estudia Administración y Turismo, y trabaja en una cadena de cines. Gana 750 soles al mes. Joselyn tiene 20 años, vive en Comas. A los 10 fue abusada sexualmente por el esposo de una tía. Hoy estudia Administración y Turismo, y trabaja en la juguería de su madre. John tiene 18 años. No estudia ni trabaja. Merodea por su barrio, en Villa El Salvador. Se dedica a jugar videojuegos y ha tenido problemas con drogas. Teresa no conoció a su padre. Tampoco estudia ni trabaja. Tiene 24 años y cuida de sus tres hijos. 
     Estas son, en síntesis, las complejas vidas de ocho jóvenes limeños nacidos en los noventa, hijos y nietos de esos migrantes que transformaron la capital a mitad del siglo XX. A pesar de sus experiencias difíciles, viven el presente, sueñan con terminar sus carreras, viajar al extranjero o con tener un carro. Vulnerables a los vaivenes del desempleo, ellos han crecido en ese llamado período de “crecimiento económico”. 

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Estas historias aparecen en el libro "Solo zapatillas de marca", un estudio etnográfico escrito a cuatro manos por las investigadoras Francesca Uccelli y Mariel García Llorens, quienes realizaron un análisis transversal de los gustos, sueños, frustraciones e imaginarios de esa juventud limeña emergente que se mueve entre el culto a los objetos de consumo y un pragmatismo que la lleva a vivir con intensidad el momento. Como dicen las autoras, si sus abuelos y padres querían hacer la revolución, ellos solo quieren “vivir la experiencia”. 
     La frase que da título al libro la dijo Teresa. Aunque depende económicamente de su pareja y de su madre, ella responde que “solamente usa zapatillas de marca”. Un rasgo —como sugieren las autoras— que identifica a estos jóvenes. Un signo de poder que les da prestigio y los iguala con otros grupos sociales. A pesar de que solo trabajan cuatro de los ocho participantes del estudio, todos hacen lo imposible por obtener estos objetos de deseo. Incluso, como en el caso de Paolo, pueden llegar a robar para conseguir lo que quieren. Las marcas de culto son Nike, Adidas, Converse, sobre las que se construyen looks urbanos y globales, asociados a  diversas culturas: la hiphopera/reggaetonera; la skater/surfer y la hipster/alternativa. Obviamente, las zapatillas no corren solas, sino que van acompañadas de otros preciados bienes: las ropas de marca y el smartphone. 

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“El consumo es un componente clave y se disfruta hoy”, dice Francesca Uccelli, una de las coautoras del libro. “A pesar de la heterogeneidad de ingresos y trayectorias, la pasión por consumir define y agrupa a estos jóvenes y funciona como un igualador social”, agrega. Es paradójico que, aunque estos chicos han alcanzado una mejor educación que sus padres, sus trabajos sean más precarios que el de aquellos. Hoy priman el autoempleo y la informalidad. El día a día los impulsa a valorar el esfuerzo personal, pero también a prescindir del Estado. A verlo solo como “algo hecho para pobres”. “Cada persona se hace sola”, dice John en uno de los testimonios del libro. “Lo que se valora es lo privado”, precisa Uccelli. “El Estado aparece como algo ajeno, pues no les ofrece salud, seguridad ni educación de calidad. Y tampoco parece haber reclamos al respecto”.

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En este mundo inestable las convicciones políticas son también intercambiables, como los empleos. “La política es algo que consumen ‘de reojo’ a través de los medios de comunicación. Para ellos, los candidatos electorales se eligen como se hace con otros ‘productos’: a partir de impresiones, sobre todo televisivas” (p. 284). 
     Sin embargo, ante la pregunta de si hay democracia en el país, se oye la voz de Marjorie. “Cuando salimos con la gente de San Marcos a protestar [los policías] nos tiran bombas lacrimógenas, nos pegan, nos hacen de todo. Cuando salen los barristas de la U, de Alianza, de Cristal no les hacen nada, y esos son unos maleantes, delincuentes. Entonces, ¿qué democracia, no?”.  
      “Los jóvenes despliegan flexibilidad y versatilidad como ideología y como práctica en todas sus relaciones, sean con el  trabajo, el consumo o la política”, escriben Uccelli y García (p. 313). Y si pensamos en el presente electoral, nos quedamos con una frase sintomática: “se elige un candidato como quien compra unas zapatillas”.

Ensayo: Sólo zapatillas de marca
Autoras: Francesca Uccelli y Mariel García Llorens
Editorial: Instituto de Estudios Peruanos
Páginas: 403
Precio: S/ 50.00

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