En Jerónimo se come bien. Quizás unos días mejor que otros, pero por lo general todo marcha a buen ritmo. No fui una de las primeras en visitar el restaurante, quería ver si era fenómeno de paso o propuesta sostenida. Y, recientemente, me di con la sorpresa de que las veces que llamaba para reservar, siempre estaba lleno. Varios años después de su apertura, Jerónimo goza de buena salud y una clientela fija que parece que se conoce toda: muchos de los comensales que llegan se disparan “holas” entre ellos, revelando su afición por el regreso y la comodidad y confort que brinda el espacio. El chef Moma Adrianzén ha sabido cómo mantener una carta que enamore a un público limeño que busca placer en lo sabroso y familiar.
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Y es que Jerónimo complace, sin necesariamente retar. Hay buena calidad de insumos y trato correcto de casi todos estos, pero no hay factor sorpresa asegurado. Hay rotación de recetas y algunas que se mantienen en la carta, pero siempre en esa línea que evita asustar al cliente. Quizás esa fue la idea de su creador, el joven cocinero y emprendedor que se ha dedicado al desarrollo de otros conceptos sólidos a los que al parecer les ha ido bien. Quizás al principio se planteó como novedoso, pero con el tiempo y la cantidad de nuevas aperturas en Lima en los dos últimos años, se fue asentando, acostumbrado al nicho cautivo y prefirió dejar que las cosas fluyesen, con algunas pinceladas de cambio pero ningún remezón estructural que lo pusiera en jaque.
La carta no es muy larga y se alimenta de cocinas que Adrianzén ha ido recogiendo en sus viajes y experiencias fuera del país. Hay producto nuestro, pero también sazones mediterráneas, asiáticas y mexicanas. El horno Josper manda en casa y de ahí salen bien controladas unas alcachofas grilladas; un contundente y vivaz arroz vegetariano que da cuenta del manejo adquirido en estos pocos años del aparejo, y un concolón de quinua con pescados que reconfirma el trajín. Vemos que existe diversidad de especies en el menú, como por ejemplo la trucha: ¿por qué entonces incluir salmón cuando hay tanta controversia con ese pescado? Sus fríos se manejan también en buen rango: cebiches y tiraditos mezclan texturas y regalan bocados simpáticos y entretenidos. Su tostada de pulpo es tentadora, y sus tacos bien entrados en carnes y sabor. Hay que ajustar los rigatoni con ragú de pato que no logran la potencia que una espera y una tartaleta de loche, que a pesar de ser muy pedida, podría atrapar más los aromas y las cualidades del insumo.
Una ida a Jerónimo probablemente lo haga feliz, las porciones no son chicas y los precios se han ajustado un tanto en comparación con sus inicios. El lugar es un espacio cuidado y bien atendido. Muchos platos dan para compartir y tendrán opciones en la carta para elegir sin marearse. No es una cocina que busque complicarse; sin embargo, creo que está en la capacidad de retarse un poco más y mostrarse más resplandeciente: comenzar a sorprender a sus comensales y no solo agradar.
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Puntaje: 14/20. Tipo de restaurante: cocina del mundo. Dirección: Av. La Mar 1209, Miraflores. Horario: de lunes a sábado, de 1 a 3:30 p.m. y de 7:30 a 11 p.m.; domingos de 1 a 4 p.m. Estacionamiento: valet parking. Bebidas: cocteles y carta de vinos. Precios promedio por persona (sin bebidas): S/120.
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