La crianza es una experiencia gratificante, pero también llena de desafíos, donde los padres se encuentran en un constante proceso de aprendizaje y búsqueda de equilibrio entre el amor, la disciplina y el crecimiento de sus hijos. A lo largo de la historia, los enfoques para criar a los niños han variado según la cultura, la época y las creencias de cada familia, por lo que durante generaciones, la sociedad ha promovido diversos modelos, que van desde métodos rígidos y autoritarios hasta postura más relajas y permisivas. En medio de estos extremos, ha surgido la crianza respetuosa, una propuesta que redefine el rol de los adultos en el desarrollo emocional y social de los niños.
En plena era digital y de la inmediatez, donde las exigencias cotidianas, las expectativas sociales y las tecnologías parecen primar sobre el bienestar emocional, este modelo de crianza emerge como una oportunidad para que los padres pueden conectar de manera genuina con sus hijos, fomentando así el respeto mutuo, la empatía y el diálogo como pilares fundamentales. Básicamente, la crianza respetuosa busca alejarse de los métodos tradicionales, ya que prioriza una convivencia basada en la compresión de las necesidades y emociones de lo menores, lo que los lleva a desarrollar habilidades emocionales más sólidas, relaciones interpersonales más saludables y una autoestima fortalecida.
¿Qué es la crianza respetuosa?
La crianza respetuosa, también conocida como crianza con apego, es una forma de criar a los hijos, principalmente, en base al respeto mutuo, la empatía y la conexión emocional entre padres e hijos. A diferencia de los métodos más autoritarios o permisivos, como explicó Madeli Santos, psicóloga clínica y neuropsicóloga educativa especializada en crianza consciente a Hogar y Familia, este modelo de crianza se enfoca en tratar a los niños con la misma dignidad y consideración que los adultos, es decir, como seres completos, con emociones y necesidades que son igual de importantes que las del resto de personas. Por consiguiente, en lugar de imponer castigos o reglas estrictas sin explicaciones, se busca guiar a los infantes con amor y comprensión, ayudándolos así a desarrollar su autonomía y a regular sus emociones.
“Este enfoque comenzó a ganar popularidad en parte como una respuesta a los modelos tradicionales de crianza, los cuales suelen enfocarse más en el control, la obediencia y la corrección de comportamientos a través de castigos o recompensas. Sin embargo, psicólogos y expertos en desarrollo infantil empezaron a notar que los niños que crecían en ambientes donde se les respetaba y validaba emocionalmente, no solo se volvían más seguros de sí mismos, sino también más empáticos y capaces de formas relaciones saludables. Además, muchos padres empezaron a cuestionar la efectividad de los castigos severos y las reprimendas, y buscaron alternativas que fomentaran una relación más equilibrada y armoniosa con sus hijos. Por ello, con este modelo, en lugar de buscar que el niño obedezca por miedo o por conseguir algo a cambio, la crianza respetuosa prioriza que el menor comprenda sus emociones, desarrolle empatía y se autorregule de manera intrínseca”.
¿Cuáles son los principios fundamentales de la crianza respetuosa?
Respeto mutuo
De acuerdo a Johana Herrera, psicóloga del Centro de Desarrollo Humano Zueh, la crianza respetuosa se basa en el respeto hacia los niños como individuos, por lo que es fundamental valorar su opinión y fomentar su autonomía, lo que contrasta con los enfoques autoritarios, donde las órdenes son más comunes. Por ejemplo, al hacer planes familiares, los padres pueden consultarles a sus hijos qué actividad les gustaría hacer, en vez de imponerles una decisión sin considerar su opinión, logrando así que el pequeño se sienta escuchado y valorado.
“Al promover el respeto mutuo, este enfoque tiene un impacto positivo en las relaciones familiares, como en la dinámica entre hermanos, pues ayuda a reducir los conflictos y a fomentar una mayor cooperación y compresión entre los miembros. Por consiguiente, los hermanos criados bajo este modelo tienden a desarrollar relaciones más cercanas y solidarias, ya que aprenden a comunicarse de manera más efectiva y a resolver conflictos de manera constructiva. Asimismo, el respeto mutuo permite que todos se sientan valorados y apoyados, contribuyendo así a una dinámica familiar más armoniosa y positiva”, aseguró Mónica Chávez Martinench, psicóloga y presidenta del comité de psicología educativa del Colegio de Psicólogos del Perú.
Comunicación abierta
Es importante promover una comunicación abierta y honesta entre padres e hijos, razón por la cual, se debe escuchar y entender las necesidades y emociones del niño. Por ejemplo, si un niño llega a casa molesto porque tuvo un conflicto con un amigo, lo más adecuado y positivo, sería sentarse con él, escuchar lo que sucedió y preguntarle cómo se siente, en lugar de simplemente decirle que no debe pelear.
Definitivamente, es esencial que los padres puedan crear un espacio seguro donde los hijos se sientan cómodos para expresar sus pensamientos y sentimientos sin miedo a ser juzgados o castigados. Además, como refirió Santos, esto no solo implica escuchar las palabras, sino también observar el lenguaje corporal y el tono de voz del niño, al igual que es primordial que los padres compartan sus propias emociones de manera honesta y auténtica, modelando así la vulnerabilidad y autogestión.
Disciplina positiva
En lugar de recurrir al castigo, la crianza respetuosa emplea la disciplina positiva. Esto implica guiar al niño y enseñarle sobre las consecuencias de sus acciones de forma constructiva y empática. Por ejemplo, si un niño se molesta y empuja a un compañero, en vez de castigarlo, se le puede explicar cómo se siente la otra persona cuando se le lastima y enseñarle sobre el respeto, así como la importancia de ofrecer disculpas, indicó Herrera.
Por su parte, la especialista en crianza consciente recalcó que, ambos conceptos son totalmente compatibles, pues la crianza respetuosa redefine la disciplina como una oportunidad para enseñar y guiar, más no para castigar. Si bien las normas y límites son importantes, estas se establecen desde el respeto mutuo y la compresión y no desde la imposición o el miedo.
“La autoridad de los padres en este contexto no se ejerce desde una jerarquía de poder, sino desde la sabiduría y el liderazgo consciente. Se trata de guiar al niño para que entienda el porqué de las normas, ayudándole a desarrollar autodisciplina y responsabilidad. Básicamente, el objetivo es generar un cambio y desarrollo interno para que sea un estilo de vida y no que sigan instrucciones únicamente cuando están los padres por miedo al castigo”.
Empatía
La empatía y la validación emocional son pilares fundamentales que actúan como un puente de conexión entre padres e hijos, las cuales fomentan una relación basada en la compresión, el respeto y la seguridad emocional. Como destacó la psicóloga clínica, Ana Ramírez, la empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos de otra persona, por lo que, en la crianza respetuosa, esto implica ponerse en la piel del niño, entender su perspectiva y sus emociones.
“La empatía se debe aplicar mediante la escucha activa, es decir, prestar atención al niño cuando expresa sus emociones, sin interrumpir ni juzgar, así como también en importante repetir sus emociones para que se siente escuchado y comprendido. Por ejemplo, se le puede decir al menor: “entiendo que estás triste porque no puedes jugar con tus amigos”. Asimismo, es fundamental validar sus sentimientos, incluso si son negativos, por lo que los adultos deben expresar que son aceptables. Por ejemplo: “esta bien sentirte enojado cuando alguien te quita tu juguete” o “parece que estás frustrado porque no puedes armar el rompecabezas”. Sin embargo, es crucial evitar frases como “no te preocupes tanto”, “no es para tanto”, “no debería estar triste” o “no seas tan llorón”.
Autonomía
La crianza respetuosa fomenta la autonomía del niño al permitirle tomar decisiones y asumir responsabilidades adecuadas a su edad y nivel de desarrollo. Por ello, es importante que los padres le proporcionen un entorno seguro y de apoyo, con la finalidad de que se sienta libre para explorar y aprender por sí mismo. Sin embargo, como señaló la experta del Colegio de Psicólogos del Perú, es fundamental que los adultos ofrezcan esa guía y apoyo, estableciendo límites claros y consistentes que ayudan al niño a entender las expectativas y las consecuencias de sus acciones. Sin duda, este equilibrio entre la autonomía y la orientación le permite al infante desarrollar habilidades de autorregulación y toma de decisiones, mientras se siente respaldado y seguro.
“Esto se puede aplicar, por ejemplo, dando opciones al niño en lugar de imponerle una única opción, como dejar que elija su ropa o aliste su mochila. De esta manera, está practicando la toma de decisiones mientras sigue bajo la guía y el apoyo de sus padres”, expresó la psicóloga del Centro de Desarrollo Humano Zueh.
Relación basada en la confianza
Se busca construir una relación de confianza y seguridad, donde el niño se sienta libre de expresar sus pensamientos y emociones, a diferencia de los enfoques que pueden generar miedo o sumisión. Por ejemplo, cuando un niño comete un error en casa, en lugar de castigar su comportamiento, los padres pueden abordar la situación con calma y ofrecerle un espacio para hablar sobre lo que sucedió, reforzando así que siempre puede acudir a ellos en busca de apoyo o consejo.
“La crianza respetuosa tiene un impacto significativo en la relación entre padres e hijos a largo plazo. Al basarse en el respeto mutuo, la empatía y la comunicación abierta, este enfoque ayuda a construir una relación de confianza y apoyo que perdura a lo largo del tiempo. Por lo tanto, los niños criados bajo este modelo tienden a desarrollar una mayor autoestima, habilidades de comunicación efectivas y una relación más cercana y positiva con sus padres. De igual forma, la crianza respetuosa fomenta un ambiente familiar armonioso, donde todos los miembros se sienten valorados y respetados”, sostuvo Chávez Martinench.
¿Cómo se adapta la crianza respetuosa a las diferentes etapas de desarrollo?
La crianza respetuosa se puede adaptar a las diferentes etapas del desarrollo mediante el ajuste de las expectativas y las estrategias de comunicación según la edad del niño. Por ejemplo, con un bebé, los padres pueden responder rápidamente a sus necesidades de alimento o consuelo, mientras que, durante la infancia, este modelo está enfocado en crear un vínculo emocional seguro a través del apego y la atención de las necesidades emocionales y físicas del menor. Por otro lado, en un niño en etapa escolar, se busca fomentar la autonomía y la resolución de conflictos hablando sobre sus sentimientos y buscando soluciones de manera conjunta. En cambio, con los adolescentes, este tipo de crianza se enfoca en establecer límites claros, pero permitiendo una mayor independencia en la toma de decisiones.
¿Cuáles son los principales desafíos al intentar implementar este modelo de crianza?
La implementación de la crianza respetuosa puede ser desafiante, especialmente para los padres que vienen de modelos más autoritarios o que fueron criados bajo un enfoque más tradicional. Por esta razón, como destacó la neuropsicóloga educativa, es fundamental que los adultos desarrollen una gran autoconciencia y aprendan a regular sus propias emociones, lo que puede ser difícil en momentos de estrés o frustración. Además, la crianza respetuosa puede ser vista como “permisiva” por quienes no la entienden, lo que puede generar una serie de dudas en los padres cuando enfrentan la presión externa. Sin embargo, con práctica, paciencia y un compromiso hacia el crecimiento personal, estos desafíos se pueden superar.
“Por este motivo, para los padres que desean hacer la transición hacia una crianza más respetuosa, el primer paso es desarrollar la autoconciencia, reconociendo sus propios patrones de crianza que quizás se basen en el control o el miedo. Asimismo, es fundamental aprender a pausar antes de reaccionar y comenzar a responder desde la empatía. Igualmente, la comunicación abierta y honesta es clave: hablar con los hijos sobre los cambios que los padres están haciendo en su manera de criar, para que ellos también entiendan el proceso. Además, buscar apoyo en lecturas, talleres, técnicas de mindfulness, terapia, coaching familiar o grupos de crianza consciente puede ser muy útil durante este proceso. Es importante recordar que, la transición no será perfecta, pero es clave que los padres sean compasivos consigo mismos mientras navegan por este cambio”.
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