A veces, sin darnos cuenta, consideramos que el adulto mayor ya cumplió su ciclo, que no tiene más para dar, y que hay que dar preferencia a personas de otras edades, a los que todavía les falta vivir. Es algo que está en nuestra idiosincrasia, pero que no debe ocurrir. Muchas veces el adulto mayor no se siente útil porque lo estamos segregando. Con su experiencia, un adulto mayor podría enseñar mucho a los más jóvenes pero no hay trabajos ni actividades para él, y eso repercute en su salud.
Lo que estamos tratando de hacer desde los servicios de salud es abrir un espacio amigable para los adultos mayores. Desde hace algunos años en los establecimientos de salud propiciamos la formación de círculos de adultos mayores, una suerte de clubes que tienen por finalidad que estas personas puedan reconocer su problema de salud, comenzar un tratamiento y su control en compañía de otros como ellos. En el país ya son más de 3 mil de estos círculos. También tenemos los Tayta Wasi, espacios para atraer a los adultos mayores a que mantengan una vida saludable con clases de tai chi, yoga, paseos y actividades recreativas.
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Hoy en el sistema de salud impulsamos el enfoque de Cuidado Integral por Curso de Vida, basado en la prevención desde las edades tempranas, y queremos que los adultos mayores sientan que hay un cambio también en las atenciones. Reconocemos que debemos avanzar mucho, que todavía existe congestión, que los tiempos de espera son incómodos en los hospitales y centros de salud. Nuestra intención es que si un trabajador de salud ve a un adulto mayor en un pasadizo, en una cola o en una sala de espera se acerque a ayudarlo. Que le pregunte si ya lo atendieron y si no es así, que lo capte para agilizar el proceso. El adulto mayor está en una etapa de la vida a la que tenemos que darle una atención verdaderamente preferencial.