Al ex presidente Kennedy también lo velaron en Lima
Al ex presidente Kennedy también lo velaron en Lima
Nora Sugobono

Hay una pregunta que resulta inevitable durante el paseo dominical por el Parque Kennedy de Miraflores: ¿A JFK le habrán gustado los gatos? No. El presidente número 35 de los Estados Unidos de Norteamérica era alérgico. En la Lima de 2017, sin embargo, al menos un par de gatitos descansan a diario junto al busto del mandatario que nunca puso un pie en estas tierras, pero cuyo nombre bautiza uno de los espacios más emblemáticos de la capital. En mayo de este año Kennedy habría cumplido 100 años. Su imagen se mantiene intacta en un jardín ubicado en paralelo a la avenida Diagonal.

Los hombres del presidente
“Asesinan a Kennedy”. Tres palabras en la primera plana de El Comercio en una edición extraordinaria del viernes 22 de noviembre de 1963. Noticia estremecedora, inimaginable, para el Perú y para el mundo entero. Kennedy había fallecido al mediodía –hora de Dallas– luego de recibir tres disparos durante un paseo en auto. Tenía 46 años. En noviembre de 1963, Fernando Belaunde Terry llevaba poco menos de cinco meses como presidente de la República. Tres días después de la muerte de JFK –el lunes 25–, Palacio de Gobierno decretaba duelo oficial. Pasadas las 11 de la mañana de aquella jornada, Belaunde entraba a la iglesia de María Reina para asistir a una misa en homenaje al fallecido mandatario.

En un acto cargado de simbolismo, un ataúd vacío y tapado con una bandera de Estados Unidos había sido colocado al pie del altar. El cadáver de Kennedy era enterrado esa misma mañana en el Cementerio Nacional de Arlington, en Virginia, a casi seis mil kilómetros de distancia.

“En casi cualquier país latinoamericano vas a encontrar calles o espacios con el nombre de Kennedy y Roosevelt. Ambos vienen a ser los dos presidentes más queridos en este lado del continente, porque fueron los primeros en iniciar políticas de acercamiento con la región”, sostiene Norberto Barreto, historiador e investigador de la Universidad del Pacífico.  “En el caso de Kennedy, además, estaba el lado humano”, continúa Barreto. “La esposa –Jackie– hablaba castellano. JFK era un presidente católico, proyecta una imagen familiar. Y muere trágicamente: se convierte en un santo”, indica. No importa si lo fue o no.

Historia de un parque
En el espacio que ocupase durante décadas el Parque Central de Miraflores –hoy dividido en dos: Parque Kennedy y Parque 7 de Junio– antes había existido un cementerio. Los últimos en ser allí enterrados fueron los soldados perdidos en batalla durante la guerra del Pacífico. Puede haber sido por este carácter sagrado o puede haber sido por su ubicación estratégica, pero el 22 de noviembre de 1964 –un año después de la muerte de JFK– un busto en honor al presidente estadounidense fue erigido en aquel espacio, justo frente a la iglesia Virgen Milagrosa.

Cincuenta y tres años después, una guía turística de la Municipalidad de Miraflores explica que el nombre del Parque Kennedy –su extensión actual comprende desde la iglesia hasta la calle Schell– se hizo oficial en el 2003, durante la gestión del alcalde Fernando Andrade. El que queda no es el mismo busto ni está en la misma locación. No se sabe qué fue del primero.

Sí se sabe, sin embargo, que en Lima no existe un solo parque donde haya espacio para la cara de Trump. Para funerales ficticios todavía es pronto. 

Lea la nota completa este sábado en Somos. 

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