El bien y el mal en "Magallanes", de Salvador del Solar
El bien y el mal en "Magallanes", de Salvador del Solar

Los personajes, tanto en el cine como en la televisión, dejaron de ser buenos y malos. Lo que vemos en pantalla hoy es una gran llanura gris, en la que cada protagónico se pasea con un motivo para cada acción que realiza. “[Estos personajes] pueden estar en cualquier lado de la frontera entre el bien y el mal, si es que esta frontera verdaderamente existe”, comenta Salvador del Solar, pocas horas después del estreno de “Magallanes” en el Festival de Cine de Lima. “Me sentía abrumado y agradecido al mismo tiempo porque mucha gente se acercaba a felicitarme sin haber visto la película. Sin embargo, ya estrenada creo que ha causado una buena sensación”, agrega. 

¿Cómo te sientes tras haber estrenado “Magallanes” en el Festival de Lima?

Estoy con una sensación postparto. Es la primera vez que la ve un público. Ayer me sentía muy acelerado al momento de presentarla, hasta me olvidé de presentar a Alonso Cueto. Sentí algo especial no solo por mostrar la película sino por hacerla en este sitio. Me siento en deuda con este festival como espectador. Y que la vida me haya permitido trabajar en un guion, que se convierta en película y que se estrene aquí junto con una selección tan variada, buena y exigente, es especial. Todo encaja, me siento parte de esto. Hay una sensación de hogar muy fuerte, incluso teniendo una década de carrera en Colombia.

No se escuchan comentarios negativos sobre la cinta. ¿Qué te han dicho al respecto?

He sentido cosas que me pusieron inquieto en días previos. Como es un ambiente cerrado, relativamente pequeño, mucha gente se acercaba a felicitarme por la película con una energía muy linda pero sin haberla visto. Entonces sentía un poco abrumado y agradecido y al mismo tiempo algo preocupado de que se generen expectativas que tienen un origen lindo pero que crean algo que no necesariamente es la película. Sin embargo, ya mostrada la película, he tenido una sensación de que la historia causa un impacto y una buena sensación. Me siento muy satisfecho. Ya estaba agradecido por haber completado la película al lado de gente muy entregada al proyecto delante y detrás de cámaras.

Los primeros minutos de la película, con Damián Alcázar en el taxi y su encuentro con el personaje de Magali Solier… él pone el peso de esa escena sobre sus hombros.

No es casualidad el reconocimiento y respeto amplio que tiene Damián Alcázar. Quien además es uno de los hijos predilectos de este festival. Hay algo en Damián, su grandeza tiene mucho que ver con su humildad. La sabe transmitir a través de sus personajes también. Un amigo me decía después de la proyección que es increíble lo que hace Damián Alcázar para ser el protagonista de esta historia y además mantener el perfil bajo de su personaje. Y Magallanes tenía que ser eso, un invisible al que de repente la vida lo vuelve a colocar en esta circunstancia en la que tiene un nudo tremendo que desatar.

El extra que de pronto se vuelve protagonista del filme.

Sí, los extras de lo que está compuesta nuestra vida en general. Todo extra es el protagonista de su propia vida.

Es atractivo esa suerte de duelo actoral que mantiene Alcázar con Magaly Solier.

Esta película no sería lo que es sin el trabajo de Damián y el de Magaly. Ambos han sido enormemente audaces y generosos en su entrega y su confianza con alguien que no ha dirigido antes. Eso se ve en la pantalla, el nivel de conexión. Lo noté en ensayos donde hicimos ejercicios que nada tenían que ver con el guion, los cuales me hubiera encantado registrar por las cosas que ocurrían: les pedía que hagan una y otra cosa sin que ambos sepan qué intención tenía el otro y salían unas cosas tremendas. Con Damián, esta especie de invisibilidad de un tipo que decide que de un momento a otro la vida lo ha puesto en una situación en la que puede jugársela para tratar de hacer algo que lo saque de esa medianía. Y ella también vive en una suerte de invisibilidad, sobre todo por decisión propia, porque no quiere ser encontrada por nadie que haya tenido que ver con su pasado. El hecho de que Magallanes la encuentre es como que si el dedo de Dios te detectara, aquí estás, alguien te ha encontrado. Para ella eso es insoportable.

La escena donde ella le corta el cabello y la barba es una suerte de descubrimiento. Ella no lo reconocía.

Magallanes no es un tipo directo. Ella se le sube al carro y él no es capaz, se le oculta. Toma un camino bien largo para presentarse a ella. Le oculta el rostro, no quiere presentarse ante ella sin nada que ofrecer, lo cual él piensa que tiene que ser dinero porque se da cuenta que ella lo necesita. Finalmente en lugar de presentarse, ella elige que le corte el pelo, en el momento. En lugar de hablar, él se deja redescubrir. Y es allí donde estalla esto que ha venido desarrollándose en la primera parte de la historia.

“Magallanes” se sumerge de manera balanceada en el conflicto interno que sacudió el Perú. Tanto el personaje de Solier como el de Alcázar arrastran traumas de esa guerra.

¿Quiénes de entre nosotros los peruanos fueron enviados a Ayacucho a pelear con un grupo terrorista como Sendero Luminoso? No los más afortunados. Seguimos a Magallanes y nos damos cuenta que es un buen tipo, que quiere hacer bien las cosas. ¿Dónde comienza el bien y el mal? ¿Qué tan victimario –que sin duda también lo es- o qué tan víctima es Magallanes? Era parte de mi intención que las cosas mantengan esa ambigüedad que encontramos en la vida en lugar que irnos a un blanco y negro, buenos y malos que creo no nos lleva a nada.

Y ese terreno gris, precisamente, se viene explorando hoy en día tanto en el cine como en la televisión. No hay buenos ni malos, sino protagonistas con un motivo.

Y con obstáculos, herramientas para enfrentarlos y que pueden estar en cualquier lado de la frontera entre el bien y el mal, si es que esa frontera verdaderamente existe. Creo mucho más en el gris y en el no saber muy bien explicar a los personajes ni pretender dárselos al espectador terminado y sin ningún tipo de ambigüedad.

Hay una escena en la que Milton (Bruno Odar) le pregunta a Magallanes si no extraña ese “algo” que tenían cuando estaban en Ayacucho. Son personajes que no tenían más que la guerra y consideran que ahora no tienen nada.

¿Qué sentimientos de confraternidad surgen en una guerra? Imagino que algunos más intensos que los que surgen en los jueves de patas. Al mismo tiempo haciendo actos heroicos y cometiendo atrocidades. No me parece por eso raro que muchas personas que haya participado en la guerra se ofendan inmediatamente cuando pretenden juzgarlas por cosas que objetivamente fueron delitos y atrocidades. Lo que analíticamente podemos dividir en la experiencia sucedida era parte de lo mismo. Tenemos que tratar de hacer el esfuerzo de ver todo y que una cosa no oscurezca las otras. Entre Milton y Magallanes, que de alguna manera son dos caras de lo mismo, mientras surgían tenía la sensación de que son dos voces hablando dentro de una misma persona. La que siente que su momento de la vida fue cuando estuvo en la guerra, cuando conoció a estos amigos que le salvaron la vida y que también cometieron estas cosas que ni siquiera pueden comentar. Milton parece estar esperando simplemente que aparezca esa oportunidad para revivir estas sensaciones que tenía. Magallanes no, él tiene este otro lado.

La historia de Magallanes es una de redención. Hacia el final, incluso, termina esperando ser castigado por algo. No puede ser redimido, y al final ni siquiera encuentra castigo.

Magallanes no necesariamente está buscando redención al principio. En medio de la chatura de esta vida de sacar un par de veces por semana a su coronel, con el que se relaciona intermitentemente y mantiene aún esta relación de subordinación, al encontrar a esta mujer de su pasado siente una vergüenza y luego un impulso de buscarla. Y le confiesa muchas cosas luego. Él inicialmente cree que tiene una oportunidad para el amor, ya en sus cincuentas es capaz de chantajear.

¿Al final es el amor lo que lo mueve?

No queda claro al principio porque además Magallanes no es capaz de verbalizarlo. No le dice a su hermana eso, sino que se cansó de estar misio como motivo para realizar un chantaje. La mayoría de estas cosas no son decisiones conscientes. Parte de la película juega con esto de que nada es necesariamente tan claro.

El personaje de Solier es sorprendente. Una mujer que termina la película sin perder nunca su dignidad. Hay una escena notable en la que increpa en quechua a todos en la comandancia.

En una comandancia, lo cual es volver a donde estuvo recluida a los 14 años, disminuida a la condición de la niña del coronel. De pronto ella vuelve a esa posición y le ofrecen dinero. Su reacción es de “ustedes no entienden”. De pronto se empodera y habla en su propia lengua, aunque sepan que no la están entendiendo y consigue un silencio y un respeto. Ella recobra un lugar que permite que hacia el final de la historia está encaminada  a despojarse de esta mochila que cargó por mucho tiempo. Y creo que lo mismo sucede con Magallanes. El hecho de que confiese, ese acto, siempre aligera.

¿Es tu intención poner sobre la mesa este tema para generar debate?

No necesitamos respuestas necesariamente, sino conversaciones, diálogos. Muchos peruanos –y es natural que eso ocurra- tenemos una posición sobre lo que ocurrió en los años de la violencia. Y generalmente, es mi impresión, sentimos que nuestra posición al respecto es parte de nuestra identidad moral. Hay personas que creemos que es moralmente indispensable reconocer lo que pasó, que se cometieron excesos contra los sectores más vulnerables de nuestra ciudadanía desde Sendero Luminoso y desde las Fuerzas Armadas. Hay otras que es inmoral pretender atacar a las fuerzas del orden que pusieron el pecho por nosotros contra un enemigo invisible y que es indignante que se pretenda revisar eso. Todo esto hace que cuando se hable del tema no se dialogue, sino que se ratifiquen posiciones. No hay escucha. Creo que estos personajes conversan, se escuchan, se dicen lo que sienten. Al final, estos personajes son capaces de decirse las cosas. Es tal vez el cine, el teatro, un espacio donde esto pueda comenzar.

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