Sobre el aumento del sueldo mínimo, por Jorge González I.
Sobre el aumento del sueldo mínimo, por Jorge González I.

El gobierno del presidente Ollanta Humala acaba, de forma sorpresiva, de subir el sueldo mínimo en 100 soles, de 750 soles a 850 soles, tras casi cuatro años de haber efectuado el último reajuste. Nos preguntamos: ¿era deseable el reajuste, oportuno? ¿O hay otras motivaciones? Trataremos de responder estas preguntas en lo que sigue. Usaré la teoría del segundo mejor (óptimo) como marco conceptual.

Todo sueldo mínimo es un precio de desequilibrio en el mercado laboral relevante. Constituye una distorsión, pero el hecho es que ha existido, existe y seguirá existiendo en la realidad laboral peruana. Pretender que se elimine es poco menos que una utopía. Por consiguiente, la labor de un economista es tratar de maximizar el bienestar social en presencia de esa distorsión, como lo señala claramente la teoría del segundo mejor, formulando recomendaciones pertinentes.

Podría pensarse: ¿por qué debemos hacer recaer el costo de mejorar el bienestar de un tipo de mano de obra de baja o ninguna calificación en un puñado de empresas formales? ¿No sería mejor que toda la sociedad asuma ese costo con otro tipo de medidas como subsidiar directamente el ingreso de ese tipo de mano de obra o aumentarles su productividad a través de mayor entrenamiento, capacitación, formulando programas de educación con financiamiento público-privado? 

Son medidas complementarias que deben estudiarse e implementarse. Pero la realidad es que existe el sueldo mínimo como institución y seguirá existiendo por buen tiempo más. Por lo tanto, hay que tratar de que los reajustes sean lo menos nocivos posibles para que quizá los beneficios que, por otro lado, surjan los puedan más que compensar utilizando un modelo ya no de equilibrio parcial sino de equilibrio general para cuantificar la deseabilidad neta. Es en esta vena que realizo el siguiente análisis.

La teoría económica señala que para reajustar el sueldo mínimo nominal se deben tomar dos factores en cuenta: a) la inflación del período y b) las ganancias de productividad de este tipo de mano de obra, si se desea minimizar los probables efectos adversos que pudieran producirse. 

La suma de los dos factores me da 13,2% de incremento asumiendo una ganancia de productividad acumulada de 1,5%. El resultado final es 850 soles. Es decir, el incremento otorgado está de acuerdo con las recomendaciones de la teoría económica. Aumentos de 1.000 soles o más serían más difíciles de digerir por la economía en el corto plazo.

Pero considero que se dio en un momento poco oportuno. ¿Por qué? Porque la economía todavía no da muestras de una recuperación sólida y sostenida. Por tercer año consecutivo seguimos creciendo por debajo del crecimiento potencial. Si descontáramos los choques transitorios de oferta positivos, sobre todo mineros, el crecimiento estaría entre 2% y 2,6%. Con este crecimiento escaso hubiera sido prudente esperar un tiempo más para hacer el reajuste, dado que un aumento salarial en ese contexto representa un choque adverso sobre la oferta agregada de la economía en el corto plazo.

Llama la atención que el presidente Humala en estos casi cuatro años no haya dado muestras de preocupación sobre el tema. Incluso cuando su anterior jefe del Consejo de Ministros, César Villanueva, puso el tema en debate, fue rápidamente desmentido y terminó dejando el cargo. Y faltando poco más de tres meses para dejar el cargo, el presidente súbitamente le presta atención al tema y decreta el aumento. Me parece que es una movida de aprovechamiento político de su parte, quitando una carta de presentación a casi todos los candidatos presidenciales que habían hecho propuestas concretas sobre el tema.

En resumen, considero que este aumento del sueldo mínimo, si bien está en línea con lo recomendado por la teoría económica, ha sido hecho en un momento poco oportuno y por motivos de aprovechamiento político personal. Lo que sigue debería ser la formulación de políticas destinadas a aumentar significativamente la productividad de este tipo de mano de obra, en su mayoría jóvenes, vía la formación de mayor capital humano, otorgando niveles iniciales de experiencia laboral, para que cuando acudan a los mercados de trabajo estén en mejores condiciones y puedan aspirar a mejores remuneraciones. El sueldo mínimo ya no sería tan ‘costoso’ a las empresas porque enfrentarían mejores niveles de productividad laboral.