Al Gore ilustración
Al Gore ilustración
Bjorn Lomborg

Hace 11 años, el documental “Una verdad incómoda” del ex vicepresidente de Estados Unidos centró la atención en el calentamiento global confiando más en tácticas de miedo que en ciencia. Ahora, Al Gore está de vuelta con “Una secuela inconveniente”, una película que promete ser más de lo mismo.

Al señor Gore le antecede un historial de afirmaciones pobres y equivocadas en el tema. Dijo que el calentamiento global significaba más tornados (un gran error), que el glaciar del monte Kilimanjaro iba a desaparecer en el 2017 (y todavía está allí) y hasta sugirió que el Ártico podría estar sin hielo para el 2014 (algo que tampoco ocurrió).

El documental “Una verdad incómoda” se recuerda hoy por su narrativa atemorizante en la que se señalaba que un clima más extremo provocaría más huracanes. De hecho, en su cartel promocional la imagen principal era un huracán saliendo de una chimenea.

El señor Gore redunda sobre esto al mostrar en el tráiler de su nueva película que “las tormentas se hacen más fuertes y más destructivas”, antes de decirles a los espectadores: “Miren cómo salpica el agua [de lluvia] la ciudad. Eso es, en realidad, el calentamiento global”.

Esto es engañoso. El panel del clima de la ONU (el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) encuentra “baja confianza” en la declaración acerca de tormentas más fuertes en las próximas décadas. Las tormentas están causando más daños, pero se ha documentado durante mucho tiempo que esto es casi exclusivamente porque más personas con más riqueza viven a lo largo de las costas. Ajustado a la población y a la riqueza, el daño de los huracanes de 1900 al 2016 disminuyó.

Incluso si asumimos que las tormentas se harán más fuertes hacia finales del siglo, el costo relativo disminuirá. Diversos investigadores han mostrado que el daño causado por los huracanes hoy en día cuesta el 0,04% del PBI mundial. Si el calentamiento global hace que los huracanes sean más fuertes, los costos absolutos se duplicarán para el 2100. También seremos mucho más ricos y, por lo tanto, menos vulnerables, por lo que el daño total se reducirá a la mitad (a un 0,02% del PBI mundial en el 2100).

El tráiler se refiere a lo que el señor Gore llama “la escena más criticada” de la primera película, mostrando que “la combinación del aumento del nivel del mar y la marejada ciclónica inundaría el sitio conmemorativo del 11 de setiembre”. El ex vicepresidente estadounidense usa las noticias de la inundación en Manhattan después de la supertormenta Sandy del 2012 para sugerir que tenía toda la razón y para burlarse de los que le dijeron: “¡Qué exageración!”.

No importa que lo que realmente predijo su primera película haya sido la inundación causada por el derretimiento total de Groenlandia e ignore el hecho de que Sandy fue un huracán de categoría 2-3, y que el único huracán de categoría 5 en Nueva York ocurrió en 1938.

Lo que es más importante es que la receta del señor Gore –para Nueva York y para el calentamiento global– está equivocada. Afirma que la respuesta está en los acuerdos mundiales sobre el carbono que cuestan billones de dólares. Esta política no habría tenido ningún impacto mensurable sobre Sandy. Lo que Nueva York necesita (y en lo que está invirtiendo tardíamente) es una mejor infraestructura: marismas, contrapuertas para el metro y pavimentos porosos (arreglos que cuestan alrededor de 100 millones de dólares al año).

El señor Gore ayudó a negociar el Protocolo de Kioto, el primer gran acuerdo mundial sobre el clima. Investigaciones muestran que este no hizo nada para controlar las temperaturas. Impávido, el ex vicepresidente estadounidense apoya la misma vieja solución. La película lo muestra participando en la reunión sobre en París en el 2015.

El costo del asciende a entre uno y dos billones de dólares al año para el 2030, y anualmente durante el resto del siglo, incidirá mayormente en la pérdida del crecimiento del PBI. Este será el tratado más caro de la historia. Sin embargo, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático estima que si cada país hiciera los recortes simples de carbono prometidos en el Tratado de París entre el 2016 y el 2030, sin fugas, las emisiones se reducirán en 60 gigatoneladas (Gt) para el 2030. Pero para mantener los ascensos de temperatura por debajo de los 2 °C, es ampliamente aceptado que debemos reducir las emisiones en casi 6.000 Gt.

Gore sostiene que el enfoque de París empuja a las naciones y a las empresas hacia la energía verde. Sin embargo, estamos lejos de estar preparados para que el sol y el viento sean nuestros recursos energéticos. La Agencia Internacional de la Energía considera que solo el 0,6% de la energía mundial es suministrada por energía solar y eólica. Incluso con el Tratado de París totalmente implementado obtendremos menos del 3% en un cuarto de siglo.

Gracias en gran parte a los esfuerzos de Gore, el mundo sigue enfocado en subsidiar el despliegue de tecnología ineficiente y poco confiable, en lugar de invertir en innovación para reducir el precio futuro de la energía verde. Esa es la razón por la que el filántropo Bill Gates y otros, incluyendo a líderes políticos, acordaron duplicar el gasto en I+D en el marco de la conferencia de París. Este es un comienzo importante, pero la investigación de mi grupo de expertos, el Copenhagen Consensus Center, muestra que un aumento de seis veces en I+D verde es la mejor manera de avanzar.

La película del señor Gore se autoproclama como importante ya que obviamente “es correcto salvar a la humanidad”. El uso de tácticas de miedo y ciencia pobre para apuntar a las soluciones políticas fallidas es una forma extraña de hacerlo.