La política antes que la economía, por Mario D. Tello
La política antes que la economía, por Mario D. Tello
Mario D. Tello

En países desarrollados, decisiones de política económica, tales como cambio de tasas en el Impuesto a la Renta (IR) y en el IGV, se basan en técnicas científicas que permiten predecir –con cierto rango de error– los efectos macro y microeconómicos de dichas decisiones.

Recientemente, el gobierno ha propuesto bajar el IGV de 18% a 17%, restituir la tasa del IR que pagan las empresas grandes de 28% a 30%, y mantener una tasa de IR de 10% (durante diez años) para las pequeñas empresas que se formalicen. Estas propuestas, desafortunadamente, se basan en argumentos políticos tales como “promover la formalización de las empresas” o “compensar la pérdida de recaudación del IGV con incrementos del IR”. Al respecto, expertos del Fondo Monetario Internacional señalan que “reducir la informalidad a través de impuestos es un excelente eslogan, pero de poco valor como objetivo de la política tributaria”. De otro lado, la política tributaria no puede ser reducida a “compensaciones entre diversas tasas”. Dicha política debería tener como objetivo principal el incremento del bienestar de la población o, en su defecto, el incremento del PBI. 

Otros argumentos simplistas acerca de los efectos macroeconómicos de corto plazo se basan en “evidencias” pasadas. Estas señalan que, a pesar de que se redujo el IGV de 19% a 18% a inicios del 2011, su recaudación creció en el 2012 y en los años siguientes. Por otra parte, la reducción del IR de 30% a 28% para las grandes empresas, realizada a fines del 2014, si bien implicó una caída de la recaudación de estos impuestos en el 2015, en el primer semestre del 2016 la recaudación total creció con respecto al mismo período del año anterior. Ante estos cambios de tasas, el crecimiento del PBI decreció entre el 2011 y el 2014, llegándose a recuperar ligeramente en el 2015. Díficilmente estas evidencias pueden sustentar los posibles efectos de los cambios en las tasas de IGV e IR que el gobierno propone.

En contraste, los argumentos técnicos basados en métodos científicos ponen en duda las propuestas del Ejecutivo. Así, economistas tales como Gale y Piketty demostraron que cambios en la estructura de las tasas de impuestos y de recaudación no alteraron el crecimiento económico de Estados Unidos, la Unión Europea y demás países europeos en el largo plazo. Otros autores, usando las mismas técnicas, llegaron a la conclusión de que incrementos en las tasas impositivas incidieron negativamente en el crecimiento de la Unión Europea. Estos diversos resultados parecen sugerir que los efectos de cambios en las tasas impositivas sobre el crecimiento no son claros.

Lo que sí parece ser claro para el caso peruano desde la perspectiva microeconómica y de largo plazo, es que los cambios tributarios, incentivos a la formalización y cambios de la política económica en general implementados desde inicios del presente siglo no han logrado que la economía supere la “trampa de ingresos medios”. Esta ha estado asociada con ingresos menores a 1.500 soles mensuales por persona, tasas de informalidad mayores al 70% de la población económicamente activa ocupada (la cual percibe ingresos menores a una remuneración mínima vital), y diversos déficits permanentes en infraestructura productiva, servicios de salud, agua, saneamiento y capital humano.

En la medida que las técnicas económicas sólidas que proveen información de los efectos de corto, mediano y largo plazo de los cambios tributarios (y de cualquier otro tipo de intervenciones del Gobierno Central) no se implementen, argumentos simples y políticos prevalecerán sobre los económicos, con lo cual la senda del desarrollo del Perú seguirá siendo incierta.