Un largo y sinuoso camino, por Luis Egúsquiza
Un largo y sinuoso camino, por Luis Egúsquiza
Luis Egúsquiza

En un país presidencialista como el Perú, una bancada de gobierno tan minoritaria como la de Peruanos por el Kambio ofrece un panorama complicado, pero ello no necesariamente es un drama. Desde el punto de vista constitucional, las vías para el control político están balanceadas, pues la posibilidad de bloquear al gobierno a través de la censura de gabinetes tiene su contrapeso en la atribución presidencial de cierre del Parlamento. Esto último representa un escenario al que los congresistas quizá se querrán asomar pero en el que muy difícilmente se verán inmersos. 

Desde una perspectiva más política, es muy importante entender también que la bancada de gobierno no está sola, pues cuenta con el Ejecutivo como respaldo. Ello no equipara a las fuerzas pero hace menos grande la diferencia y ello no es poca cosa.

En ese sentido, es muy positivo que el próximo presidente del Consejo de Ministros se haya reunido con todas las bancadas porque evidencia que su prioridad es la búsqueda de consensos mínimos o, al menos, un interés concreto en la delegación de facultades legislativas. Este primer acercamiento es solo el inicio de un largo camino en el que, prácticamente, se tendrán que construir acuerdos tema por tema. 

Por otro lado, algunos analistas han señalado que no existe una insalvable distancia ideológica entre el Ejecutivo –incluida su bancada– y Fuerza Popular, pero también es necesario notar que dicha bancada maniobrará entre dos tensiones contrarias: diferenciarse del gobierno para mantener su atractivo electoral y no aparecer como obstruccionista y causante de la ruina del Ejecutivo. Una tarea difícil que requiere también mucha muñeca política. A esto se suman los antecedentes de mayorías previas que intentaron cambiar la mala imagen del Congreso de la República y que fracasaron en el intento. 

Un asunto que también se ha mencionado es que, sin el Congreso a su favor, el gobierno, no podrá obtener las reformas legales que requiere para alcanzar sus objetivos. Sobre ello, es bueno recordar que la producción legislativa del Ejecutivo –tanto por delegación como a través de iniciativas– ha adquirido mayor relevancia frente a un Parlamento que cada vez se orienta menos a legislar. Si bien es cierto que aún se requiere una norma autoritativa aprobada por el Congreso para la delegación de facultades, también es verdad que una vez otorgadas, el control parlamentario tiene poco impacto en los decretos finalmente puestos en vigor.

¿Pero cuál podría ser el peor escenario para la bancada oficialista? Al parecer, este estaría vinculado más a errores propios que a un ensañamiento de la abrumadora oposición. ¿Y cuáles podrían ser estos errores? Pues aquellos que han afectado a todos los gobiernos precedentes. A saber, los escándalos de corrupción estatal, pero también errores políticos como, por ejemplo, la reciente denuncia a periodistas realizada por el actual gobierno, que de haberse producido durante el gobierno de Peruanos por el Kambio podría resultar en una crisis de grave impacto. 

Ante eventualidades como esta, tanto la bancada de gobierno como el Ejecutivo tendrían que prever una estrategia clara, pues no cuentan con el número suficiente para realizar blindajes o maniobras agresivas. La ruta que les queda no es del todo mala: determinar rápidamente las responsabilidades para garantizar que su legitimidad ante la sociedad –como señaló hace poco Alberto Vergara– no se diluya, dejándolos con pocas opciones y perspectivas.