Ligera ventaja de PPK, por Alfredo Torres
Ligera ventaja de PPK, por Alfredo Torres
Alfredo Torres

Por segunda semana consecutiva, Pedro Pablo Kuczynski (PPK) mantiene una ligera ventaja de cuatro puntos porcentuales sobre Keiko Fujimori en la intención de voto para la segunda vuelta electoral. Teniendo en cuenta el margen de error de la encuesta (+-2,3) el resultado podría calificarse de un empate técnico, sin embargo, otros datos de la encuesta permiten inferir que PPK cuenta actualmente con mayores posibilidades de triunfo que la lideresa de Fuerza Popular. Estos factores son la idea del mal menor y la idea del contrapeso.

Como es habitual, los que votaron en la primera vuelta por algún candidato que no pasó a la segunda tienden a votar en esta por quien perciben como el mal menor. Las preguntas que ha hecho Ipsos a quienes votaron por los demás candidatos o en blanco en la primera vuelta señalan en todos los casos que para ellos el candidato “menos malo” es PPK. 

A su vez, la medición del antivoto confirma esta percepción. De acuerdo con ella, mientras quienes dicen que definitivamente no votarían por Fujimori ascienden a 45%, quienes declaran que nunca votarían por Kuczynski suman 37%. Y si se añade en ambos casos los que dicen que probablemente no votarían por cada candidato, el rechazo a Fujimori sube a 52% mientras que a PPK sube a 44%. El mayor rechazo a Fujimori explica por qué una mayoría votaría por PPK como “el menos malo”.

Con respecto a la idea del contrapeso, un hecho poco conocido es que Fuerza Popular obtuvo mayoría absoluta en el Poder Legislativo con apenas 25% de los votos emitidos, ya que 43% votó por otros partidos y 32% en blanco o viciado. Es gracias a la cifra repartidora que logra mayoría absoluta en el Congreso. El problema para el fujimorismo es que esta amplia mayoría genera inquietud entre quienes no votaron por ellos y así, cuando se pregunta si se prefiere que la Presidencia de la República y el Congreso estén en manos de diferentes partidos, para hacer contrapeso, o que el Ejecutivo y el Legislativo estén en manos del mismo partido, la idea del contrapeso gana 61% a 33%.

No obstante, haría mal PPK en confiarse con esta ligera ventaja. Su voto sigue estando más concentrado en los NSE A, B y C del electorado, mientras Keiko lidera los NSE D y E; PPK es favorito entre los electores masculinos pero Keiko entre las mujeres; PPK cuenta con más respaldo en Lima, el centro y el sur, pero Keiko en el norte y el oriente. 

A su vez, la percepción de la mayoría es que Keiko está mejor preparada para enfrentar la inseguridad ciudadana y desarrollar programas sociales, mientras PPK sería el mejor para la economía, la democracia, la educación y la salud. El campo de las propuestas orientadas al bienestar de la población es donde pueden librarse batallas definitorias en las próximas semanas.

La encuesta de Ipsos también retoma el tema del modelo económico con un nivel de detalle que permite aclarar algunos malos entendidos que se difundieron en vísperas de la primera vuelta. Los resultados no resultan sorprendentes: el 58% quiere cambios moderados, el 33% cambios radicales y el 7% no quiere cambios. Podría decirse que la ciudadanía votó por los candidatos que ofrecían cambios moderados. 

Pero lo más revelador es el resultado a la pregunta de qué cambios quisiera el electorado ya que las cuatro respuestas con mayores menciones son: que mejore la educación (59%), que se combata la delincuencia con más eficacia (55%), que se combata la corrupción (48%) y que se mejore la salud (38%). Es decir, ninguna de ellas está relacionada directamente con las reglas de juego económicas, salvo en la medida en que para mejorar la educación, la salud, la seguridad y el control de la corrupción en el Estado se requieren mayores recursos y esos se derivan del crecimiento económico, que es una de las ventajas del modelo de economía de mercado vigente. Con mucho menores menciones aparecen planteamientos –como el control de precios o la estatización de empresas privadas– que demandan claramente un cambio de modelo. 

En el fondo, lo que el electorado reclama son mejores servicios públicos. El candidato que gane la segunda vuelta puede ser el que genere menos desconfianza y temor, pero también será el que persuada a los electores de que cuenta con las mejores ideas y equipo para organizar al Estado en beneficio de la población.