"Vamos a respetar la Constitución y las leyes, tanto las locales como las internacionales, y en ese sentido, no puede ser una excepción lo que determine la Corte IDH", indicó Martín Vizcarra. (Foto: EFE)
"Vamos a respetar la Constitución y las leyes, tanto las locales como las internacionales, y en ese sentido, no puede ser una excepción lo que determine la Corte IDH", indicó Martín Vizcarra. (Foto: EFE)
Patricia del Río

Pu-si-lá-ni-me. Fea palabra. Suena mal, es difícil de pronunciar (sí, ya sé que a usted también se le ha escapado alguna vez “pusilámine”), pero lo más horrendo es lo que nombra: según la RAE, es la característica de toda persona a la que le faltan ánimo y valor para tomar decisiones o afrontar situaciones comprometidas. Su origen no podría ser más gráfico: el término viene de las palabras latinas ‘pusillus animus’ que significan ‘de alma o espíritu pequeño’. Un pusilánime es, entonces, aquel individuo que no se atreve, que quiere dejar las cosas como están antes que tomar medidas que provoquen conflicto, que vive en la medianía y que no asume retos.

Y la verdad es que, sin ánimo de caer en adjetivaciones ofensivas, resulta inevitable, luego de haber visto el desenvolvimiento del en estas últimas semanas, que la palabra se nos venga rápidamente a la cabeza. Las declaraciones torpes e insensibles (“los designios de la vida”) sobre la muerte de , por ejemplo, fueron un baldazo de agua fría para quienes esperábamos de la máxima autoridad del país un compromiso serio con las mujeres. Una toma de posición en la que se planteara no solo reducir la violencia sino educar en igualdad de derechos (a ver, presidente, diga Gé Ne Ro, le juro que no es tan difícil). Pero no. Podemos seguir esperando. El presidente no se comió el pleito: a las declaraciones torpes le siguieron medidas declarativas. Nada contundente.

La renuncia del ministro de Economía, , ha sido la segunda señal alarmante de la semana: ¿tenía idea a quién estaba nombrando el presidente Vizcarra cuando llamó al ex ministro Tuesta? ¿Tiene claro cómo va a reactivar la economía? ¿Pensó bien en las consecuencias que traería firmar el alza del ? Si la respuesta es sí, como suponemos, entonces, ¿por qué dio marcha atrás cada vez que se le presentó un problema de reacción adversa ante las medidas planteadas por el ?

Martín Vizcarra parece un hombre honesto que quiere lo mejor para su país. Sin embargo, eso no es suficiente. Un buen tipo que no asume riesgos, que no toma decisiones fundamentales, que retrocede ante cualquier amenaza que venga disfrazada de llanta quemada en la carretera o de crucifijo en los colegios no es lo que el Perú necesita para salir de este marasmo en el que nos encontramos.

En un contexto tan polarizado no es fácil ubicarse en el tablero de ajedrez del poder; pero de lo que ya se debe estar dando cuenta el presidente Vizcarra es que no colocarse en ninguna parte, jugar a veces de peón y otras de caballo no es una estrategia viable. O tal vez sí, pero entonces tendrá que asumir que la pusilanimidad será el sello distintivo de su gobierno. Que pasará a la historia como el presidente del alma pequeña.