Editorial: El mapa sin tesoro
Editorial: El mapa sin tesoro

Hemos avanzado contra la pobreza, pero no en la lucha contra la pobreza. En otras palabras, principalmente como resultado del crecimiento, al margen e inclusive contra la política gubernamental.

La pobreza se redujo en 855 distritos del país del 2009 al 2013, según el Mapa de Pobreza Provincial y Distrital 2013, publicado la semana pasada por el . Se podría decir que la pobreza se redujo en más de 40% de los distritos del país. A nivel agregado, del 2009 al 2014 su incidencia cayó más de 10 puntos porcentuales hasta 22,7%.

Según este cuidadoso estudio del INEI y los trabajos del propio instituto presentados en los últimos meses, es notoria una disminución de la pobreza a escala nacional. Pero si bien hay buenos avances, estamos muy lejos de erradicar este problema. 

Tenemos más de veinte distritos en el país con una incidencia de pobreza superior a 80%. La población más pobre ya no se encuentra en el , sino en la sierra norte, especialmente en Cajamarca y La Libertad. La sierra en ambas regiones está abandonada y desatendida.

La Libertad fue la segunda región que recibió mayor canon minero en el 2013 (S/. 519 millones). Sin embargo, el distrito más pobre del país es Curgos, en la provincia de Sánchez Carrión, con 94,8% de incidencia de pobreza ese año.

El caso de La Libertad es especial. Existe un marcado contraste entre el escaso desarrollo económico de la sierra y el acelerado y desordenado crecimiento en las zonas urbanas. La costa se ha desarrollado vertiginosamente y las exportaciones de la región, principalmente no tradicionales, crecieron más de diez veces en una década.

El caso de Cajamarca es muy distinto. Pese a que recibió un canon de S/. 586,6 millones en el 2013, el empleo ha venido cayendo incluso en las zonas urbanas y no se registra un desarrollo de la producción no tradicional. Sus exportaciones son casi en su totalidad mineras, lo que hizo a la región vulnerable a las variaciones de la cotización internacional de los metales.

Es claro que desaprovechó las oportunidades de altos ingresos para crear condiciones de riqueza. Así, por ejemplo, del 2011 al 2014 –durante la administración de Gregorio Santos–, el empleo en la ciudad de Cajamarca cayó en 16%, mientras que en 30 de las principales ciudades del Perú aumentó en 9%. Esta parálisis productiva de la región pasó en parte desapercibida gracias al sostenido aumento del precio del oro a inicios de la década, pero las consecuencias del ambiente hostil a la inversión no iban a poder ocultarse por siempre. Ello comprometió el futuro de la región y sus posibilidades de integración con el resto de la economía nacional.

A escala nacional, la pobreza ha disminuido en la medida en que el país crecía. El crecimiento promedio anual de la economía fue de 6,6% del 2009 al 2013. En ese período la pobreza cayó 9,6% y la desnutrición crónica lo hizo en 5,2%. La conclusión es clara: para ganar la batalla contra la pobreza se tiene que establecer como prioridad el crecimiento económico.

Para que el país crezca a tasas altas y sostenidas, se requiere facilitar la inversión. No hay recursos si no hay capital invertido. Y mientras mayor capital se invierta, mayor cantidad de recursos habrá en la economía. Si esto no se establece como prioridad, no será prioridad tampoco la lucha contra la pobreza.

Las inversiones llegan, por supuesto, cuando hay seguridad en las reglas de juego, confianza en el gobierno y certeza sobre la situación social. No es, a fin de cuentas, casualidad que ahí donde se bloquea el flujo de inversiones el impulso del que disponen los más pobres para salir de su condición es débil. Los mapas de la pobreza lo siguen confirmando.