Editorial: Plan de evasión
Editorial: Plan de evasión

El título de este editorial pertenece a una novela del escritor argentino Adolfo Bioy Casares cuya acción transcurre fundamentalmente en una colonia penal en la Guayana francesa y que admite una doble lectura: por un lado podría aludir a un plan de fuga de los internos de la referida prisión y por otro, sugerir que el escape que se está maquinando es más bien de la realidad.

Y lo hemos tomado prestado –señalando por supuesto la fuente, como corresponde–, porque algo parecido viene ocurriendo en estos días en el discurso de algunos candidatos presidenciales con muy bajo rendimiento en las encuestas que han decidido retirarse de la competencia electoral o podrían estar próximos a hacerlo.

Al renunciar a su participación en los comicios, en efecto, ellos están escapando de un trance político que pinta o pintaba muy mal para sus intereses –esto es, de los magros resultados que con mucha probabilidad habrían de cosechar el 10 de abril–, pero sin mencionar la razón más verosímil para su resolución y recitando en su lugar una imaginaria. O, lo que es igual, evadiéndose de la realidad.

Y si bien cada quien tiene derecho a figurarse las explicaciones de consuelo que desee sobre las más diversas circunstancias adversas en la vida, en este caso el problema radica en que las explicaciones de ocasión tienden a ensombrecer el proceso electoral en marcha, pues plantean que el mismo estaría viciado de alguna manera. Y eso nos afecta a todos.   

Veamos los casos. El primero en retirarse, como se sabe, fue Felipe Castillo, de Siempre Unidos, quien nunca salió del rubro ‘otros’ en los sondeos sobre preferencias electorales. A principios de febrero, él tiró la toalla alegando que existía un “escenario político enrarecido”. Aunque reconoció también estrecheces económicas que complicaban la continuación de su campaña.

Más explícito, en cambio, ha sido esta semana Renzo Reggiardo, de Perú Patria Segura, otro postulante que volaba bajo en las encuestas. “Anuncio que nosotros no vamos a jugar un partido contaminado ni sucio ni plagado de irregularidades”, sostuvo en la conferencia de prensa en la que divulgó su decisión de abandonar el partidor electoral. Y luego, en alusión expresa al magistrado del Jurado Nacional de Elecciones (JNE) que iba a ser cambiado en estos días, agregó: “Estamos ante una situación escandalosa y es algo que hay que denunciar”.

Cabe recordar que, en una entrevista concedida a la revista “Caras”, él había declarado: “Espero crecer en las encuestas, pero si no obtengo esa confianza será momento de dar un paso al costado. Si en febrero veo que no subo, me retiraré y no voy a apoyar a nadie”. Una razón muy distinta a la esgrimida ahora, pero una coincidencia pasmosa en las fechas…

Por último, tenemos a Alejandro Toledo, quien no ha renunciado pero ha venido cayendo en diversos sondeos a niveles que hacen pensar que una recuperación sería muy difícil. “Cuidado: quiero advertir que esta contienda electoral ya está muy manchada y muy polarizada y llena de vicios”, afirmó él hace dos días. Y dirigiéndose a las autoridades electorales, pero como quien pronuncia una oscura profecía, añadió: “No se parcialicen ni hagan política de esto, porque van a tener a muchos candidatos que no van a querer jugar este partido”.

Por supuesto que las críticas al JNE y a los jurados electorales especiales (JEE) no son gratuitas. Como les consta a nuestros lectores, en este Diario y en esta misma página hemos reclamado una mayor celeridad en los procesos llevados adelante por esas instancias para resolver las dudas que se cernían –y se ciernen todavía– sobre la candidatura de Julio Guzmán y algunas otras, porque ello mantiene la contienda en un limbo.

Pero entre una competencia entorpecida por autoridades remisas o morosas en sus resoluciones y una “contaminada” o “manchada”, hay una distancia vasta y peligrosa. Particularmente, cuando el discurso sobre este supuesto segundo escenario ha venido precedido por otro sobre ‘manos negras’ y ‘alineamientos’ de ciertos candidatos en busca de la eliminación de otros por la vía legal.

Y, a decir verdad, hasta el momento, no hay indicios atendibles de que nada semejante esté sucediendo.

A los que corresponde ahora pedirles más seriedad y responsabilidad, entonces, es a los postulantes presidenciales que se retiran o evalúan la posibilidad de hacerlo antes del 10 de abril. Si quieren evadirse del trance ingrato que les podrían deparar las ánforas o de la cruda realidad de las cifras, son, desde luego, libres de hacerlo. Pero que no pretendan arrastrar al resto de los peruanos en su plan de evasión.