Pierina Denegri Davies

“Nuestro amor, nuestra cocina” es una frase potente que definió el trabajo que empezaron Lorena Valdivia y Jason Nanka en 2011 cuando abrieron las puertas de Nanka. Su relación se convirtió en un espacio para explorar la gastronomía peruana, su potencial y riqueza, que supieron poner en Nanka. Este restaurante, ahora dirigido por los padres de Lorena, Juan Carlos y Pebbles Valdivia, renovó su local de San Isidro recientemente y Provecho tuvo el placer de visitarlo y degustar algunas opciones de la carta.

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Como comentamos, Nanka abrió sus puertas un 15 de diciembre del 2011, como apuesta de la pareja Lorena Valdivia y Jason Nanka. Ella peruana y él australiano, decidieron aventurarse a hablar de alimentos sostenibles en una época en la que ese concepto no era muy conocido. Con gran maestría, pasión y creatividad, lograron una propuesta gastronómica interesante, donde podían experimentar con ingredientes y sabores, pero donde siempre se prestaba atención a los productos y cómo se conseguían.

Lamentablemente, Nanka no pudo seguir con sus fundadores, debido a una triste pérdida. Ambos, junto al chef Iván Kisic y la cocinera María Huamán, perdieron la vida en un accidente de carretera en Ayacucho. Pero ese sueño no se agotó y fue su familia quien asumió la responsabilidad de seguir con este restaurante.

Actualmente, los padres de Lorena, Juan Carlos y Pebbles Valdivia, junto a su hija Lucía, son los encargados de este restaurante, que continúa con una propuesta interesante pero renovada tras la pandemia. “Si bien dejamos el local de La Molina, que estuvo lleno de recuerdos, cariño y buena cocina, aquí en San Isidro tenemos planes interesantes y apostamos por una cocina sostenible”, nos cuenta Lucía Valdivia.

Su cocina de autor combina el uso y celebración de ingredientes peruanos diversos con técnicas de cocción y sabores de las diferentes cocinas del mundo. “Nosotros buscamos el trabajo con los productores directamente, para saber de dónde viene lo que utilizamos y asegurar una trazabilidad”, agrega Valdivia.

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Nuestra experiencia

En un local cómodo, fresco y perfecto para este verano, nos recibieron con un delicioso pan de masa madre hecho en casa. La focaccia estuvo crocante por fuera, con una miga suave y generosa y servido con un aceite de oliva extra virgen de buena calidad.

Seguimos la experiencia con las entradas. El rollito vietnamita, relleno de vegetales y langostinos, es una creación de Jason Nanka, que se mantiene hasta el día de hoy. Aunque es frito, resulta fresco gracias a la lechuga y salsa con que se sirve.

Otra delicia que nos sorprendió fue el sánguche de butifarra. Se reemplaza el cerdo con alpaca y se sirve con una salsa tonnato en pan francés y con salsa de cebolla. Un bocado delicioso, cremoso y con el sabor fuerte de la carne que se equilibra.

El fondo fue una contundente trucha empanizada (a la perfección), servida con tabbouleh de quinua. Esta preparación combina dos tipos de quinua, cebolla roja, tomate y pecanas. Una combinación fresca e ideal para el verano.

Otros de los platos que también son recomendados son el lomo saltado, acompañado con arroz con choclo y papas huamantanga y el arroz con pato acebichado Nanka, un favorito de los comensales de siempre. El arroz meloso verde se sirve con pierna de pato deshuesado en salsa de cerveza negra, culantro y espinaca.

El postre fue un suculento tres leches de choclo y lúcuma, un postre que ha cambiado con el tiempo y ofrece una presentación nueva e interesante. Cremoso, dulce y suave, resulta casi adictivo y es una recomendación fija.

Otra particularidad de Nanka es que en su carta se indican los platos que son (o pueden ser) vegetarianos, veganos, libres de gluten o ideales para personas con alergias. En general, este restaurante apuesta por una carta que se puede adaptar a las restricciones alimenticias o preferencias de los clientes.

Tras nuestra visita podemos llegar a la conclusión de que esta propuesta bien pensada y ejecutada tiene enormes posibilidades para seguir creciendo, inventando y conquistando a nuevos clientes. Seguramente, es un Nanka del que estarían orgullosos sus fundadores.

Dato:

Nanka se encuentra en Calle Manuel Bañón 260, San Isidro. Atienden de lunes a sábado, de 12:30 p.m. a 11 p.m. y domingos, hasta las 5:30 p.m. Puede conocer más de su propuesta en el Instagram @nankaperu.

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