Una jarrita con leche de coco para añadir al gusto acompaña un bowl de humeante crema de zapallo (la clase de plato con el que suele ser difícil marcar una diferencia: todos lo conocemos bien) y de pronto el mundo se ve un poco más bonito. No es solo por las maravillosas plantas que rodean cada rincón de Barra Botánica ni por la luz que entra en una mañana de recién estrenada primavera: es porque los sabores parecen florecer en el paladar, cucharada a cucharada, y esa clase de factor sorpresa no debe pasarse por alto.
Todo está en los detalles, nunca me cansaré de repetirlo. De ellos depende que una crema de zapallo cualquiera se convierta en un pedido obligatorio al usarse zapallos macre y loche en cantidades generosas –se nota por el color, más cercano a un ocre que al amarillo habitual–, puré de habas y una rebanada de pan de cúrcuma tostado que se coloca encima, con queso gratinado.
Los proveedores, como explica Hugo Martínez, uno de los dueños de este espacio, son parte esencial de la cadena. Huevos de corral; quesos de cabra de La Cabrita; aceite de oliva tacneño; cervezas artesanales; chocolate de Madre de Dios; jamones y gin artesanal. Muchos de los productos usados en el menú prácticamente tienen nombre y apellido.
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Pero Barra Botánica no es un espacio necesariamente vegano o vegetariano, aunque algunos de los platos podrían caer en esa categoría. Aquí hay desde tacos de osobuco o tortilla de papas con cinco variedades de papas nativas; hasta empanadas con queso azul, cebolla caramelizada y manzana; butifarras, mixtos calientes y algunas opciones de pastas hechas en casa, como para redondear la experiencia.
Vinos, cocteles y, por supuesto, cafés, kombuchas y emolientes definen su barra. Lo “botánico” hay que verlo para entenderlo. Lo sabrán con la primera visita, cuando una leve lluvia de pistachos adorne una crema de poro, o un mix de flores y cancha tostada coloreen su versión de champú limeño.
Llegó la primavera
- Todo queda en familia cuando se trata de buena comida, y Barra Botánica no es la excepción. El proyecto empezó a cocinarse en pandemia, en casa del escritor y comunicador Hugo Martínez, y la artista visual Claudia Coca. Este es su primer emprendimiento culinario.
- Martínez y Coca buscaban crear un formato cercano, pero sostenido en ingredientes de calidad. Con la asesoría de la product manager especializada en gastronomía Alejandra Baruch y las recetas de la cocinera española establecida en lima Irene lLpez (quien provee los panes del menú a través de su marca, Masa Salvaje), todo cogió forma. La carta es un reflejo de ese trabajo conjunto.
Más información
Dirección: Calle Libertad 438, Miraflores
Contacto: 997 580 841
Instagram: @_barrabotanica_
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