El taller de bordado shipibo-konibo que rescata una milenaria tradición femenina

02/09/2021 19H47

Hay historias que se tejen, se entrelazan una y otra vez, con un hilo conductor -en todos los sentidos de aquella expresión- que pareciera nunca terminar. Pasa en los telares y pasa en la vida. Cuatro artistas vienen bordando su propio destino desde que tienen uso de razón; una costumbre que las mujeres de su estirpe han pasado de generación en generación. Wilma Maynas, Olinda Silvano, Silvia Ricopa y Jessica Silvano son especialistas textiles shipibo-konibo (Cantagallo) cuyo trabajo mantiene vivas las técnicas tradicionales que son su principal legado. Su propuesta, sin embargo, va más allá de su propia comunidad: lo que ellas quieren es dar a conocer su arte a cada vez más mujeres en el Perú.

La pandemia supuso una gran pausa; afortunadamente, las cosas para ellas y para muchos otros artesanos en el país están empezando a reactivarse de a pocos. Un proyecto promovido por la restauradora y conservadora textil independiente Ángela Pacheco (quien antes trabajó en el MALI a cargo de la colección textil; luego dirigió el taller de conservación y restauración del museo) ha sido el canal que ha permitido difundir el arte de estas cuatro mujeres a través de talleres presenciales. La respuesta ha sido abrumadora, aunque los cupos sean limitados.

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Pacheco viene organizando una serie de encuentros a través de su emprendimiento, Atelier Libre, una propuesta que nació originalmente para restaurar y conservar vestidos de novia y de alta costura. El de bordado shipibo-konibo es el segundo de los talleres que presenta; el primero estuvo dedicado al bordado tradicional a cargo de la artista Maca Cerquera. Ambos han sido orientados a grupos pequeños -con el fin de cumplir con los protocolos- pero ambos han confirmado que el interés por estas técnicas es genuino. No solo por las posibilidades en textiles, sino por el ambiente en sí: son espacios seguros donde las mujeres de toda edad y toda procedencia se sienten libres.

La artista textil Olinda Silviano enseña cómo se debe empezar el primer punto en una labor de bordado. En la foto, de lentes, la diseñadora Viviane Fiedler, una de las asistentes al taller.

“La idea es crear espacios de aprendizaje donde diferentes artistas textiles den a conocer su talento”, explica la restauradora Ángela Pacheco. “Conservar también es difundir, sobre todo para que las nuevas generaciones no se olviden de las técnicas que tenemos en nuestro país. Este es un espacio para compartir, donde las mujeres bordan con otras mujeres -como se hace tradicionalmente- aprenden y conversan al mismo tiempo”, sostiene sobre estas experiencias. Sabiduría que se imparte desde la práctica y desde el sentimiento.

Wilma Maynas, Olinda Silvano, Silvia Ricopa y Jessica Silvano trabajan juntas para configurar un ambiente único donde -durante tres horas; la duración de cada fecha del taller- enseñan desde los puntos básicos hasta los acabados de los textiles shipibo-konibo. El suyo es un arte milenario lleno de colores, significados y simbolismos. Pacheco llegó a ellas a través de la diseñadora textil Nati Muñoz, quien está al frente de Noabo, un proyecto que combina memoria, tradición y moda, y que promueve el arte textil shipibo-konibo gracias al trabajo con diferentes comunidades. Cada kit con los materiales para el bordado es proporcionado por Noabo e incluye -entre otros elementos- un pedazo de tela de algodón teñida con corteza de árbol.

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Pieza textil shipibo-konibo después del proceso de conservación realizado por la restauradora Ángela Pacheco. En la foto se ve la selección de hilos ("tren") con los que trabajó en la pieza.
/ Juan Pablo Murrugarra

Después de los meses de confinamiento, el equipo de Atelier Libre no tenía mucha certeza sobre qué esperar en torno a la acogida de los talleres presenciales. La respuesta fue rápida y sorprendente: las alumnas (en esta ocasión han sido todas mujeres) tienen un rango de edad que va desde los 20 hasta los 60. La avanzada vacunación, mantener doble mascarilla y llevarlo a cabo en un espacio abierto y ventilado han sido claves para configurar este concepto. Si bien los talleres de bordado shipibo-konibo ya están cerrados, este proyecto busca ser replicable con más técnicas y estilos.

“Solo pudimos aceptar un grupo máximo de 15 alumnas”, señala Pacheco. “Hemos querido hacerlo en pocas fechas para que la gente se anime; en este caso solo han sido dos sábados, pero definitivamente lo repetiremos pronto. Ya sea el taller con las artesanas shipibo-konibo, u otras propuestas”, explica la restauradora al frente de Atelier Libre. Todavía queda mucha tela por bordar.