La columna de Lorena Salmón con miras al 2019.
La columna de Lorena Salmón con miras al 2019.
Lorena Salmón

A donde enfocas tu atención, va tu energía. No solo eso: si uno enfoca su atención en lo negativo, al final del día y en resumen, ese día sin duda será negativo. Nosotros sí tenemos la opción de decidir con qué mirada elegimos vernos y observarnos. Cómo queremos reaccionar ante lo que nos sucede, de qué colores queremos pintarnos la vida.

Este año que pasó y que está acabando fracasé en algunos proyectos, dejé muchos otros en espera, dejé que el miedo me venza, pero también pude vencerlo, perdí el rumbo, volví a encontrarlo, tomé malas decisiones y también muchas muy buenas, conocí gente que vale la pena, recibí mucho amor y traté de dar el mío sin condiciones.
Ha sido un año difícil pero generosísimo.

Y yo, definitivamente, he crecido. Así como cada uno de ustedes, con cada uno de los retos que hemos tenido que enfrentar a lo largo del 2018. Unos más complejos que otros, algunos que muchos pensarían como imposibles; retos dolorosos y disruptivos, enfermedades, pérdidas, desamores. La buena noticia, porque siempre hay una, es que eso que nos rompe nos permite volvernos a armar.
Sí, aunque usted no lo crea: de la tristeza nacen cosas bellas. No hay que temerle al dolor.

Para eso, el año que viene debe llegar acompañado de un propósito. Y si no se le viene ni uno en la mente, pues hay que buscarlo.
¿Para qué y por qué un propósito? Porque tener una intención nos da enfoque, nos centra en el momento presente. El momento presente es el único momento sobre el que nosotros tenemos algún tipo de control. ¿Qué queremos hacer con él? Hoy, ¿con qué me comprometo?  ¿Hacia dónde o hacia qué queremos poner nuestra atención y nuestro corazón?

Se trata de trazarnos planes a corto tiempo: así evitamos la angustia de las expectativas ante un futuro muy lejano. Quizás objetivos que puedan ser medibles, para ser conscientes de la evolución de nuestro propio proceso. Ojo, no vale desanimarse si llegamos a marzo y no hemos cumplido con nuestro propósito: paso a paso.
Porque es importantísimo aprender a tomarnos las cosas más a la ligera, nunca de forma tan personal. Recuerden, y esta fue una de las primeras frases que dijo Tal Ben Shahar, docente de felicidad en Harvard, en su ponencia en Lima hace algunos meses: tenemos que darnos la oportunidad de reconocer que somos humanos. Y como humanos nos equivocamos y estamos en constante aprendizaje.

Aquí van algunas enseñanzas aprendidas este año y algunos propósitos para el siguiente:
–Valora y agradece por lo que tienes, que es suficiente.
–Despréndete de todo lo que no te aporta (vale para vínculos de todo tipo).
–Pierde el miedo a lo imposible: eres más fuerte de lo que crees.
–Sin esfuerzo nada florece.
–Espera menos de los demás. Las expectativas son fuente infalible de decepciones, frustraciones y tristezas.

Quizá puedas hacer el mismo ejercicio y escribir una lista de todo aquello que aprendiste, para darle la nota justa a este año que se despide y enfocarte en aquello que quieres trabajar en el que llega.
No te preocupes si tienes que empezar de nuevo, y de cero: el cambio es parte vital de la vida. Como dicen por ahí, lo que no se mueve, está muerto. //

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