Cali, Colombia. Generar una arquitectura capaz de financiar eficazmente la recuperación de la naturaleza y detener la acelerada pérdida de biodiversidad es el gran tema de discusión en las negociaciones de la Conferencia de las Partes (COP16), del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB), que se está desarrollando en esta ciudad colombiana.
El objetivo es que ese mecanismo logre realmente acumular los recursos necesarios para implementar el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal, que se adoptó en la COP15 de 2022, y que plantea 23 metas de conservación que deberán cumplirse para el 2030.
De acuerdo con Juan Bello, Director Regional para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), “la meta de financiación está en 700 000 millones de dólares al año”. Para cumplirla, “se necesita definitivamente abordar una reforma de las estructuras financieras globales y, en este sentido, se tienen que considerar diferentes mecanismos”.
Los canjes de deuda de los países por biodiversidad y la eliminación de los subsidios a las actividades económicas que actualmente degradan la biodiversidad, para redireccionar esos fondos hacia el marco mundial de biodiversidad, son algunos de esos mecanismos de los que habla Bello.
Pero en lo inmediato, hay un asunto central en las discusiones de financiación que se realizan en la COP16. La meta 19 del Marco Mundial de Biodiversidad Kunming Montreal estableció movilizar 200 000 millones de dólares anuales. Se trata de un fondo fiduciario específico que está bajo la autoridad del Fondo Mundial de Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés). “El problema es que no están llegando los fondos. Los mecanismos que se establecieron para recibir los fondos siguen sin tener los aportes de los países”, asegura Bello.
Además, “las comunidades vulnerables, como pueblos indígenas y comunidades locales, que a su vez contribuyen a hacer frente a esta crisis climática, ecológica y de pérdida de diversidad, tienen muchas dificultades para poder acceder a esos fondos por cuestiones burocráticas”, explica Ana Parellada, responsable del área de biodiversidad en la Fundación Ambiente y Recursos Naturales en Argentina.
Ante esto, es necesario crear nueva estrategia de movilización de recursos que ayude a cerrar la brecha financiera y acelerar el acceso a los recursos. La discusión en la COP16 está en si se debe crear un nuevo fondo o continuar bajo la administración del GEF.
Financiación directa para pueblos indígenas
A poco tiempo de finalizar la primera semana de negociaciones en la COP16, “esperamos que en estas sesiones ya se defina si efectivamente cambia o no, pero es una discusión que se está todavía trabajando”, asegura Ginny Alba, indígena Piratapuyo, miembro de la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (OPIAC) y quien es parte del equipo negociador de Colombia.
Ludwing Liagre, líder de Finanzas sostenibles de Global Landscapes Forum, recordó que “menos del 10 % de los fondos llegan al terreno”. En ese sentido, cualquiera sea la decisión que se adopte, “lo que se busca es que los recursos sean más asequibles y más eficientes”, dice Alba. “Lo que buscamos —precisa— es que se haga una financiación directa para pueblos indígenas como actores importantes dentro de los territorios, para que podamos trabajar e implementar nuestros planes de vida, nuestros planes de ordenamiento territorial ambiental”.
Son grandes los retos para avanzar hacia un mecanismo de recaudación de fondos que permita que, efectivamente, los recursos puedan implementarse en medidas que contribuyan a detener la pérdida de biodiversidad.
“Las guerras en el mundo están consumiendo muchos recursos de países que también deberían estar aportando a poder abordar las crisis ambientales globales que estamos enfrentando”, apunta Bello.
El problema, es que cada vez hay más evidencia de los costos asociados a los impactos negativos de estas crisis. “Los desastres naturales derivados del cambio climático, que a su vez están relacionados con la pérdida de ecosistemas y con la pérdida de biodiversidad, son gigantescos”, recuerda el Director Regional de PNUMA. “Pero desafortunadamente no está siendo priorizada la acción de ese tipo y tampoco se están transformando las economías para poder ser mucho más amigables o que contribuyan de una mejor manera a alcanzar objetivos como los que se han planteado para la biodiversidad. Ese es un tema importante”.
La sociedad civil espera expectante lo que los negociadores puedan anunciar en cuanto a financiamiento al término de esta primera semana de la COP16, un tema tan central como urgente puesto que de él depende que se puedan cumplir a tiempo todas las demás metas necesarias para detener la crisis de biodiversidad.
“El tema de financiación ha avanzado un poco lento”, asegura Alba, sin embargo “esperamos que quede ya enunciado el tema de la financiación directa para pueblos indígenas”.
Son 141 países y partes que participan de esta cumbre, “la COP de la implementación”, como precisó la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible de Colombia, Susana Muhamad, en la que se deberán consensuar las herramientas multilaterales que permitan a toda la sociedad implementar las acciones que protejan la biodiversidad.
*Imagen principal: Mono cariblanco (Cebus versicolor). Foto: Felipe Villegas-Vélez
El artículo original fue publicado por Michelle Carrere en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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