En 1997, un grupo de ornitólogos provenientes de Estados Unidos y Canadá se internó en el bosque del Ecuador. En su caminata, un sonido distante y fuera de lo común los alertó y capturó su atención. De entre las ramas salió un ave terrestre, de cabeza negra y plumaje marrón, gris y blancuzco en el resto del cuerpo, con unas patas alargadas de un tono azul grisáceo. Resultó ser desconocida para la ciencia. Después la llamarían Jocotoco antpitta (Grallaria ridgelyi).
“De ahí es que nuestra fundación toma su nombre”, explica Verónica Enríquez, directora ejecutiva y de proyectos de la Fundación Jocotoco. “Nosotros le tenemos muchísimo cariño, porque realmente fue el descubrimiento que inició todo un movimiento de conservación en Ecuador”.
El lugar donde se encontró al ave, un año más tarde y con el impulso de los ornitólogos y su recién creada fundación, se convirtió en una reserva: Tapichalaca, que hoy cuenta con 4,200 hectáreas de bosque nuboso protegido y que fue la pionera para que ahora exista una red de 16 reservas o áreas de conservación privadas —adquiridas para este propósito— a lo largo del país y que juntas suman alrededor de 24,500 hectáreas.
Tapichalaca se ubica a una hora al sur de Vilcabamba, en la vía a Palanda, en la provincia de Zamora Chinchipe y se encuentra situada en los Andes del sureste de Ecuador, una de las regiones con mayor biodiversidad del planeta.
Este es un recorrido por sus rincones más fascinantes.
Primera parada: el paisaje
Esta reserva alberga una biodiversidad excepcional con al menos 55 especies de plantas endémicas de las laderas del Cerro Tapichalaca. Además, protege especies de plantas y animales amenazadas que van desde grandes mamíferos en peligro de extinción, como los tapires de montaña y osos de anteojos, hasta especies de plantas en peligro crítico como la Bomarea longipes.
De acuerdo con la ficha técnica de Tapichalaca, la reserva está ubicada en la depresión de Huancabamba, la barrera biogeográfica más importante de los Andes para la distribución de especies. Sus tres corrientes bioclimáticas y orografía irregular producen diversos microclimas, hábitats y nichos, lo que resulta en una gran diversidad de flora y fauna, y niveles significativos de endemismo.
“Esta región es uno de los tres hotspots de Ecuador con las concentraciones más altas de aves de distribución restringida con algún nivel de amenazas. Alberga millones de especies vulnerables y endémicas y es el punto de concentración de decenas de ecosistemas y una fuente importante de recursos hídricos para grandes comunidades en Ecuador y Perú”, señala el documento.
En 2004 la reserva Tapichalaca se extendió más allá del Cerro Tapichalaca, para alcanzar el lado oeste de la cuenca del río Valladolid-Tapichalaca. Para 2009, se estableció en la zona el Parque Nacional Yacuri, que incrementó el área de protección de los Andes australes, desde el Parque Nacional Podocarpus hasta la frontera con Perú. Aquí es donde Tapichalaca actúa como una zona de amortiguamiento y las tres unidades de conservación, en su conjunto, cubren una enorme extensión de bosques montanos prístinos altamente biodiversos.
“En este momento, nuestra intención con esta reserva es conectar esos dos parques que son parte del Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador —Yacuri y Podocarpus—, porque manejan miles de hectáreas de conservación en esta zona y la reserva Tapichalaca está justo en el centro de los dos parques; entonces, nuestra intención es ser ese núcleo de conexión que pueda garantizar a largo plazo una conectividad ininterrumpida en esta zona, porque hay una amenaza súper grande, que es la deforestación que, en el sur del país, se da por un tema ganadero”, explica Enríquez.
No se trata de criminalizar a las personas que trabajan la ganadería como medio de subsistencia, puntualiza, sino buscar maneras equitativas para lograr un mejor manejo del ganado y controlar que las actividades sigan avanzando hacia las zonas protegidas.
De igual forma, las concesiones mineras exploratorias en la provincia de Zamora Chinchipe están aumentando rápidamente, “acercando este ecosistema único a un acantilado de extinción”, asevera la Fundación Jocotoco.
Segunda parada: la fauna
La reserva Tapichalaca se creó para proteger el hábitat de la Jocotoco antpitta, un ave En peligro de extinción y esta área natural es el hábitat de más de la mitad de la población global de la especie. En total, la zona alberga 343 especies de aves, donde destacan también el Nictibio andino (Nyctibius maculosus), el Perico cachetidorado (Leptosittaca branickii) y la Gralaria ñuquicastaña (Grallaria nuchalis).
Además, aquí habitan especies endémicas como la rana Hylocirtus tapichalaca, que solo puede encontrarse en este lugar y en dos cañones vecinos.
Respecto a los mamíferos, el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) es una de las especies más emblemáticas. Desde el 2016, las cámaras trampa de la reserva registran frecuentemente la presencia de estos osos. Esta tecnología permitió determinar cuántos habitan en la zona, por dónde transitan y cuáles son sus interacciones con su hábitat. Hasta ahora, se han contabilizado 22 ejemplares.
“La barrera geográfica de Huancabamba es súper importante porque, al estar entre la Amazonía y los Andes, es un punto de unión donde hay un sinnúmero de especies únicas de esa zona y que no son ni de la Amazonía ni de los Andes, sino que terminan siendo una confluencia de estos dos ecosistemas, como en el caso del oso de anteojos”, detalla Enríquez.
Tercera parada: la vegetación
En Tapichalaca, además de las plantas endémicas con distribución restringida a sus laderas, hay más de 800 especies de plantas. También es el segundo lugar más importante para la conservación de las orquídeas en Ecuador. El país tiene un registro de más de 4,000 especies de orquídeas —con la estimación de que un tercio son endémicas— y el sureste de Ecuador alberga la mayor cantidad de estas especies a nivel mundial.
“Las orquídeas son las que más resaltan en este nivel de importancia, es como el gran orquideario del país. El sur del Ecuador tiene una particularidad muy importante y es que son suelos muy antiguos”, agrega Verónica Enríquez.
Si se dividiera a Ecuador en dos, se podría ver que los suelos de la parte sur son bastante más viejos que los del norte, explica Enríquez. “Entonces, la vegetación que encuentras en el sur tiene muchas particularidades; a veces te das cuenta de que una planta ya la habías visto en el norte, pero terminan teniendo diferencias. Es como si fuesen los abuelitos de las plantas del norte y eso ya hace que tenga una riqueza y una diversidad incluso genética diferente”, dice.
Cuando se habla del bosque nuboso de Ecuador, los especialistas aseguran que ninguna otra región del mundo posee una de las mayores diversidades florales, por ello esta área es una prioridad en la conservación de la biodiversidad.
Sin embargo, hay un factor preocupante: los patrones de deforestación en el área han encendido las alarmas. La tasa de deforestación en el área se estima en 2.86 % y se atribuye a un aumento del 17 % en la población entre 1990 y 2010.
“Esta es una de las reservas más frías que tenemos dentro de la red de reservas de Jocotoco, entonces, si a la gente le gustan estos espacios un poco novelescos, de árboles muy grandes con helechos colgando y agua corriendo en el suelo, aquí se van a sentir como en El Señor de los Anillos. Es muy bonita”, concluye Enríquez. “Su importancia hídrica también provee de agua a muchísimas zonas bajas, como la parte alta de una gran cuenca, entonces tienes todos esos elementos que lo hacen un poco mágico. En la noche, observar desde Tapichalaca la Vía Láctea, es increíble”.
*Imagen principal: Jocotoco Antpitta. Foto: Alex Wiles
El artículo original fue publicado por Astrid Arellano en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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