Entre las preocupaciones ambientales más apremiantes de Colombia se encuentra la deforestación. Ligada a ella ha venido en aumento, desde la firma del Acuerdo de Paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el acaparamiento de tierras y la ganadería extensiva, aprovechando los vacíos legales que tiene el país en algunas regiones como la Amazonía.
Otra de las presiones para los ecosistemas forestales que el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) y el Ministerio de Ambiente también resaltan año tras año es el de la tala ilegal de madera. En los últimos años, diversas organizaciones como la Agencia de Investigación Ambiental (EIA, por sus siglas en inglés) han abordado el tema e investigado el lavado de madera, así como la falsificación de permisos ambientales. Sin embargo, un aspecto de suma importancia que no se tiene mucho en cuenta en las actividades comerciales de este sector es la identificación y reducción de la facturación fraudulenta, que es un método que suele ser usado para lavar dinero o mover dinero ilícitamente.
Channig Mavrellis, directora de Comercio Ilícito de la organización Global Financial Integrity, es una de las personas que ha analizado este problema con más detalle. El año pasado, publicó el informe Una mirada a la facturación fraudulenta y el comercio internacional de madera en Colombia en donde documenta asuntos tan preocupantes como que, entre 2009 y 2018, más del 40 % de las transacciones de exportación de madera tropical fueron facturadas fraudulentamente y que, durante esos 10 años, el país reportó 65,6 millones de dólares menos en exportaciones de madera que lo que sus socios comerciales reportaron en importaciones.
Mavrellis ha enfocado su trabajo en la intersección de los flujos financieros ilícitos, el crimen transnacional y el comercio internacional. En esta entrevista con Mongabay Latam habla de las debilidades de Colombia en la exportación de madera y la falta de información comercial, lo cual se aprovecha para facilitar diversos delitos.
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—¿Cómo ve el mercado de la madera en Colombia? ¿Está bien regulado?
—Realmente solo nos hemos enfocado en la exportación. Se ha trabajado mucho en la cadena de suministro dentro de Colombia, por ejemplo, la Agencia de Investigación Ambiental (EIA) hizo un muy buen trabajo analizando la cadena de suministro de madera, así que no vimos la necesidad de duplicar tareas. Nuestro trabajo se centra en el comercio.
Uno de los problemas que notamos, en términos de regulación, fue la falta de claridad en torno a la legalidad de exportar madera en su estado primario, es decir, sin ningún proceso de transformación. En el ámbito jurídico está la Resolución 12 de 1966, donde se prohíbe la exportación de productos maderables en primer grado de transformación a menos que provengan de plantaciones comerciales. Pero, ¿qué se entiende por primer grado de transformación? Otros expertos han analizado esto y han dicho que, esencialmente, es cuando talas el árbol y no le has quitado la corteza. Pero es algo que no está claro aún y puede tener varias interpretaciones.
Cuando estábamos analizando la exportación de madera en Colombia aparecieron varias señales de alerta, porque sabemos que no hay suficientes plantaciones comerciales para dar cuenta de toda la madera, en bruto, que sale del país. Eso fue lo más profundo que llegamos al analizar el mercado de la madera y la regulación en el país.
—¿Cómo determinaron que hubo una facturación fraudulenta de madera en Colombia?
—Utilizamos dos técnicas diferentes. La primera es lo que llamamos un análisis de brechas de valor. Observamos la diferencia de valor entre dos socios comerciales y para ello usamos datos del UN Cometrade. Ahí están todas las estadísticas comerciales oficiales reportadas por los países a las Naciones Unidas.
Pueden existir razones legales que expliquen las brechas. Por ejemplo, si algo se exporta desde Colombia en diciembre, pero no llega sino hasta enero al país de destino, puede haber inconsistencias en lo que se informa. O puede haber cosas tan simples como un error humano al escribir fechas, cantidades o lo que sea. Aun así, esas discrepancias solo llegan hasta cierto punto y, en el caso colombiano, las inconsistencias fueron tan grandes que creemos que la mayor parte se debe a facturación comercial fraudulenta.
La otra técnica que utilizamos cuando hacemos el análisis de transacciones se sustenta en los datos de Panjiva [sitio web basado en suscripción con detalles de importación y exportación de envíos comerciales en todo el mundo]. Ahí podemos ver transacciones individuales, saber quién es el exportador y el importador o consignatario. Vemos el país desde donde se exportó el producto, así como el país en donde se encuentra el comprador o consignatario, la cantidad de las mercancías y el valor de venta. A partir de ahí podemos obtener un precio promedio por unidad y eso nos permite revisar todas las transacciones y evaluar si esas transacciones están por encima o por debajo del precio medio por unidad y ver las fallas en la facturación. Es una forma de identificar posibles actividades sospechosas.
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—¿Y es posible determinar quién es el responsable de esos errores en la facturación de la madera?
—A este nivel no podemos decir quién es el responsable. Solo podemos decir que hay una brecha. No podemos saber si los errores están sucediendo del lado colombiano o del lado del país de destino.
Las únicas personas que realmente saben lo que está pasando son el importador y el exportador; todos los demás solo tienen alguna parte del rompecabezas. Cuando estás en la Aduana, generalmente tienes que confiar en lo que te está dando el importador o el exportador, a menos que tengas dudas razonables o pruebas para solicitar más información como ¿por qué fijó el precio así? Pero, incluso si las autoridades pueden indagar más sobre el precio, a veces se encuentran con respuestas como que el precio depende de la calidad de la madera, que hay un trato especial con el importador o que están tratando de conseguir nuevos clientes, por lo que hay precios bajos para atraerlos. Es muy difícil saber exactamente qué está pasando.
—¿Cuáles son las consecuencias de que más del 40 % de las exportaciones de madera en Colombia haya sido mal facturada?
—El 40 % es un número muy alto. Es decir, demasiadas veces se detectó facturación fraudulenta. La subfacturación y la sobrefacturación ocurrieron prácticamente a la misma tasa. Estamos hablando de 2,3 millones de dólares en facturación por debajo del precio promedio y 3,1 millones de dólares por encima. Hay una diferencia de alrededor de 800 000 en este aspecto.
Sobrefacturar el artículo que se está exportando permite justificar el movimiento adicional de dinero que ingresa al país. Por ejemplo, decir que una mercancía costó un millón de dólares, cuando en realidad fueron 500 000 y así recibir los 500 000 adicionales. Está es una práctica muy común en delitos como el tráfico de narcóticos.
La subfacturación generalmente se utiliza para evadir impuestos. Por ejemplo, en lugar de decir que ganaron un millón de dólares, dirán que en realidad solo ganaron 500 000, por lo que solo pueden gravarles 500 000.
—Según el informe, Colombia reportó menos dinero en exportaciones que sus socios en importaciones. ¿Esto significa que hubo lavado de dinero?
—No siempre podemos hacer esa atribución. No podemos decir quién es el responsable de esto. Pero podría significar varias cosas. Puede significar que los exportadores colombianos están subdeclarando mientras que sus socios comerciales informan con precisión. Podría significar que los exportadores colombianos informan con precisión sus exportaciones mientras que sus socios comerciales reportan más en importaciones. O puede ser una combinación de ambas. Lo que hay que recordar es que cuando hablamos de facturación fraudulenta, este es un método que se puede usar para lavar dinero, mover dinero ilícitamente o incluso hasta en el financiamiento del terrorismo.
Sin embargo, el hecho de que haya evidencia de facturación comercial fraudulenta no te permite concluir que existe uno de esos delitos. A menos que se sepa mucho más sobre la transacción comercial, es difícil para nosotros decir qué está pasando específicamente, pero sí es cierto que muchos delitos utilizan esta metodología para el lavado.
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—¿Cuál es la relación entre los hallazgos sobre la comercialización de madera y la tala ilegal en Colombia?
—No analizamos demasiado la tala ilegal porque otras organizaciones ya lo han hecho y lo han hecho muy bien, pero es importante señalar que el Ministerio de Ambiente de Colombia estima que alrededor del 47 % del suministro de madera del país es ilegal. Gran parte de lo que Colombia produce en madera se queda dentro del país, no obstante, creo que es muy razonable suponer que cierto porcentaje de la madera exportada también es ilegal o ilícita.
—En la investigación que usted lideró, ¿qué delitos, irregularidades o inconsistencias están asociadas a la facturación fraudulenta que detectó?
—La facturación fraudulenta es un método para involucrarse típicamente en el lavado de dinero, se utiliza una transacción comercial para ocultar el movimiento de dinero ilícito. Puedes mezclar el dinero limpio y el sucio o solo lavar el sucio. Se ha visto que el financiamiento del terrorismo, la evasión de sanciones en ciertos países, la fuga de capitales evadiendo los controles estatales actuales o cualquier otro flujo financiero ilícito puede usar la facturación comercial fraudulenta paras sus fines.
—¿Se hace algo para controlar esa facturación fraudulenta para lavar dinero?
—Cuando se observa cómo se han establecido el marco global y los marcos nacionales en términos de detección de lavado de dinero y creación de normas y reglamentos para combatirlo, estos se centran mucho en el sector financiero: bancos y empresas de servicios monetarios como Western Union. Se enfocan mucho en las reglas y los estándares que tienen.
El Grupo de Acción financiera Internacional (GAFI) ha identificado que las tres principales formas de lavar dinero son: transferir dinero sucio a través de bancos u otras instituciones financieras; mover fondos ilícitos físicamente a través de mensajeros de efectivo y utilizar el comercio internacional para mover y disfrazar el producto del crimen.
El desafío con el comercio es que la parte transaccional y financiera, por lo general, se mantienen separadas. Entonces, la aduana no sabe lo que sucede en el aspecto financiero y los financieros, como el banco, no saben lo que sucede en el aspecto comercial. Ambos confían en la información que brinda el importador o el exportador.
Por ejemplo, el importador va a su banco y dice: “Envíe 10 000 dólares a esta empresa en Colombia”. El banco puede hacer más preguntas, pero puede que no. Realmente no se tiene una buena idea de lo que está pasando.
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—¿Ha pensado en actualizar la información para años más recientes?
—Nos limita mucho la frecuencia con la que los países publican sus datos comerciales. Cuando usamos datos de Comtrade de la ONU, generalmente tenemos un retraso de dos años. Ya casi terminamos 2022, pero eso no significa que en enero de 2023 un país vaya a informar todas las transacciones del año anterior. Siempre hay algún retraso en los informes y muchos países siguen informando y actualizando continuamente a lo largo del año. Si estamos en 2022, me sentiría cómoda usando datos de 2020.
Hay algo importante: China dejó de informar en marzo de 2018, debido a las disputas con el expresidente Trump y China es el importador y exportador número uno de madera. Muchas de las facturaciones fraudulentas de madera en Colombia tenían a ese país como exportador o importador.
Ese es un desafío que surge y otro tiene que ver con la financiación que, como ONG, podemos recibir para continuar con estos procesos.
—¿Ha habido cambios en cuanto a la comercialización de la madera en Colombia después de la publicación del informe? ¿Han actuado las autoridades?
—Directamente en el tema de comercialización de madera creo que no. Colombia enfrenta muchos desafíos y el gobierno tiene ciertas prioridades. Entre esas prioridades, como es de esperar, siempre está el narcotráfico y eso probablemente esté asociado en gran medida con el dinero que obtienen de la financiación de los Estados Unidos.
Sabemos que el gobierno colombiano también está muy preocupado por la desmovilización de las FARC, la reconfiguración de los conflictos armados y por la crisis migratoria de los venezolanos. Cuando se observa el valor real de la facturación fraudulenta de madera en Colombia hay un impacto, pero hay otros problemas que están generando impactos mayores como es el caso de la deforestación o la minería ilegal. Es comprensible que el gobierno quiera priorizar estos otros temas, que son más apremiantes y están más cerca de sus prioridades políticas.
—¿En qué otros temas relacionados con medio ambiente están trabajando?
—Próximamente publicaremos un informe que analiza la facturación comercial fraudulenta con el aceite de palma y otro para el café.
También estamos adentrándonos en analizar la exportación de ganado vivo en Colombia y cómo se relaciona con el problema de la deforestación. Analizando temas conexos como el contrabando de ganado y el blanqueo de capitales. Queremos mirar la cadena de suministro de ganado vivo: ¿Cómo se mueve? ¿A dónde va? ¿Hay alguna facturación fraudulenta involucrada con eso? Aún no hemos analizado a detalle los datos pero vimos que muchas exportaciones van a Medio Oriente. Queremos comprender los períodos en que se envía el ganado y por qué se envía vivo y no sacrificado.
*Imagen principal: una investigación de 2019 de EIA mostró cómo ambos lados del río Putumayo (Perú – Colombia) se va recogiendo madera. Foto: EIA.
El artículo original fue publicado por José Paz Cardona en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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