(Foto: Instagram @bailandomal)
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Luciana Villegas

En los últimos años, las redes sociales se han transformado en campos de lucha. Su característica libertad ha facilitado que los usuarios expresen su modo de pensar y sentir sin tapujos. De ello que las luchas sociales de nuestros tiempos se peleen con un teclado de por medio y algunos gigas de internet. Lo vimos hace unos meses, con #BlackLivesMatter, el movimiento estadounidense contra el racismo que sacudió la dimensión digital. Y hoy, lo vemos de nuevo pero esta vez más de cerca con la lucha que condena la en el país, bajo la frase #AMiMeGustaLaVidaSocial.

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La frase hace referencia al caso de que señala a cinco hombres culpables de abusar sexualmente de una joven de 21 años- con quien tenían un supuesto vínculo de amistad- en el distrito de Surco. Un caso que ha estremecido a todo el país por su nivel de crueldad. La indignación colectiva se ha agudizado aún más tras los argumentos de la defensa en cuestión. En una declaración a la prensa, el abogado Paul Muñoz, quien representa a uno de los acusados, dijo lo siguiente: “Hay otra cosa que se tendría que observar y eso lo van a decir las diligencias que se tengan que practicar (…) La señorita es…eventualmente, digamos, le gustaba la vida social. No le podría decir más”.

Tras sus palabras, el rostro de Muñoz se ha vuelto viral en redes sociales. Los usuarios comparten fotos, videos, o lo convierten en un personaje animado junto a la palabra “patriarcado”. También, suben fotos sosteniendo un cártel con el hashtag #AMiMeGustaLaVidaSocial. Hasta el momento, ya van más de 11 mil publicaciones en Twitter y casi 400 en Instagram. Personalidades como Anahi de Cardenas, Mabel Huertas y Karina Jordán se han pronunciado sobre el tema. Y cómo no. Las palabras de Muñoz indignan a quien las oiga. El representante legal da a entender que la vida social activa de la agraviada en cuestión es una excusa (o mejor dicho una razón) para argumentar lo sucedido. Como si salir de fiesta fuese una invitación a ser violada. Es justamente ese pensamiento machista el que sigue alimentando y ejerciendo la violencia contra la mujer en el país. En pleno 2020, la creencia que muestra al hombre como un ser con deseos irrefrenables y a la mujer; como la culpable de provocarlo, sigue teniendo cabida en nuestra sociedad. Por más increíble que parezca.

Lamentablemente, este no es un caso aislado. El desgarrador caso de Surco es solo el más reciente. Detrás, yace una lista que no hace más que alargarse con el paso del tiempo. Aún más, desde que inició la pandemia. , solo durante la pandemia se han reportado 1738 casos de violaciones sexuales en el país. Al día, se registran al menos 11 víctimas a nivel nacional. Solo al día. Pese a que en las cifras también aparecen niños y adolescentes, las mujeres continúan siendo la población más afectada.

Y aunque se han hecho algunos avances, aún no es suficiente. Desde el caso de Eyvi Ágreda, uno de los casos de violencia hacia la mujer que más golpeó al país, existe el , que incluye al acoso, acoso sexual y chantaje sexual como un delito. Acciones que no estaba tipificadas como delitos antes de la tragedia del 2018. Sin embargo, en la práctica la realidad es otra. Aún no existe un mecanismo que realmente proteja de manera efectiva la vida de la mujer. Tal vez, la respuesta esté en la educación. Una educación que fomente la igualdad y el respeto de un sexo a otro. Una realidad que en el Perú, aún parece muy lejana.

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Pero nuestra capacidad de reacción dice mucho de nosotros como sociedad. Hoy, por ejemplo, dice que estamos hartas. Hartas de no poder caminar por la calle sin miedo, de subir al transporte público siempre en pantalón o vestido largo (solo por si acaso) o de no perder de vista nuestro vaso de alcohol en los bares públicos…por si a alguien le da ganas de drogarnos. Una serie de “recomendaciones” que nos dan desde pequeñas y que, fatalmente, las asumimos como normas de conductas normales (y necesarias). Lo cierto es que no lo son. O no deberían serlo. Normal sería que podamos hacer lo que queramos sin miedo a ser violentadas. Que seamos libres. De una vez por todas.

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