Pausa necesaria: Conoce los beneficios de tomar una siesta
Pausa necesaria: Conoce los beneficios de tomar una siesta
Redacción EC

Sandra Yépez Ríos

Sonó el despertador y como en una carrera olímpica arranca tu día. A las 7:00, saltas de la cama a la ducha, te echas una taza de café, preparas a los niños para ir a la escuela y corres a la oficina. Atiendes el teléfono, te reúnes con tu jefe, recibes a unos clientes. A las 12:00 vas al banco, te comes un sánguche, vuelves al trabajo, despachas un informe. Y entonces dan las 15:30 y suena tu alarma: ¡muy bien, llegó la hora de la siesta!

Es probable que este ajetreado cronograma te resulte muy familiar hasta justo el momento en que detienes tus actividades y te tomas unos minutos para dormir. Quizá debes pensar que echarte una siesta en pleno horario de trabajo sería irresponsable de tu parte. O vives tan lejos de tu centro de trabajo que jamás podrías ir a casa para dormir un rato. Pues en cualesquiera de esos casos te equivocas. De hecho, tomar una siesta –en cualquier lado- puede mejorar no solo tu salud, sino tu propio desempeño laboral.

Con el intenso ritmo de vida que llevamos, hoy son pocas las personas que gozan de esas ocho horas de sueño diarias que los médicos recomiendan. Según Jawbone, la empresa que inventó un aplicativo para contabilizar las horas de ejercicio y de sueño de usuarios en todo el mundo, en México la gente está durmiendo, como mucho, 6 horas y 30 minutos, mientras que en ciudades como Tokio y Seúl el promedio es de solo 5 horas y 45 minutos al día.

Con tan pocas horas de sueño en la noche, tomar una siesta se ha vuelto para muchos una necesidad. En Tokio, la ciudad que menos duerme, varias compañías han comenzado a promover que sus empleados paren durante el día para tomar una siesta. Algunas empresas, como Google y el Huffington Post proveen al personal de salones con pequeñas camas. Otras, como Okuta Corp., incentivan a sus funcionarios a dormir unos minutos sentados en sus propios escritorios.

La práctica cautiva cada vez a más trabajadores en Japón. «Después de dormir me concentro mejor y hago más rápido mi trabajo durante la tarde», admite Masafumi Takeda, auditor de GMO Internet Inc.

DE LO BUENO, POCO

Eso sí, para sacarle provecho a la siesta, esta debe ser breve. Según la NSF, no debería durar más de 20 minutos, para evitar caer en un sueño profundo, el cual nos dejaría con sensación de letargo al despertar. El lugar y la hora también son importantes. Los médicos dicen que dormir sentados ayuda a despertar con más facilidad. El horario ideal para la siesta es entre las 14:00 y las 16:00. Hacerlo más tarde estropearía tu sueño nocturno.

Y si la idea de hacer una pausa para dormir en medio del día aún te resulta extraña, piensa que Albert Einstein, John F. Kennedy y Napoleón eran activos practicantes de la siesta, y nadie los tomó por perezosos. Ya lo dijo Winston Churchill: «la naturaleza (nunca tuvo) la intención de que la humanidad trabajara (todo el día) sin el refresco del bienaventurado sueño»

BENEFICIOS

Un estudio desarrollado por la NASA mostró que los pilotos y astronautas que tomaban siesta mejoraban su desempeño en un 34% y en un 100% su capacidad para estar alerta.

- De acuerdo con la Fundación Nacional del Sueño (NSF), en Estados Unidos, una siesta reduce la posibilidad de cometer errores en el trabajo o sufrir accidentes. Además, mejora la memoria a corto plazo y la capacidad de aprendizaje entre los más jóvenes, mientras que entre los adultos mayores contribuye a prevenir infartos y regular la presión sanguínea.

- Una siesta ayuda a equilibrar la temperatura corporal, haciendo que el cuerpo se sienta más fresco en verano y con menos frío durante el invierno.

- Según un estudio conducido en 2007 por médicos en Grecia, tomar una siesta tres veces a la semana puede reducir en un 37% los riesgos de sufrir de enfermedades cardíacas.

- «Dormir unos minutos durante el día contribuye al relajamiento, lo cual es beneficioso para nuestra salud en general, pues es importante tener un equilibrio entre actividad y descanso», explica la cardióloga inglesa June Davison.

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