El miedo al abandono es un temor complejo y de los más comunes, que está relacionado con experiencias ocurridas durante la infancia o en los primeros años de desarrollo. Estas experiencias pueden ser una pérdida, un trauma o la ausencia de los padres de manera constante. Además, las personas con miedo al abandono emocional pueden tener dificultades para mantener relaciones sanas y estables con los demás, lo cual dificulta el desarrollo de otros aspectos de su vida.
Para aproximarnos a este tipo de temor, Bienestar conversó con el psicoterapeuta humanista y especialista en salud intercultural, Humberto Briceño, “Artesano de mentes”, y con Sarela Quiróz, psicoterapeuta y directora del centro Yo Puedo, quienes nos explican el origen y cómo afecta en el comportamiento de quienes lo viven.
“El miedo al abandono es la expresión presente de un trauma infantil. Corresponde a una herida psíquica que se produce al no poder ‘digerir’ una situación dolorosa o extraña. Muchas personas han sido abandonadas de pequeños, por alguno o ambos progenitores, o una figura importante en su crianza, quien se fue sin brindar explicaciones, desentendiéndose de la crianza. También puede desaparecer de forma inesperada, como es el caso de suicidios, muertes repentinas o, incluso, encarcelamientos, etc”, explica Briceño.
El experto añade que lo importante es reconocer este sentimiento subjetivo en el niño, niña o adolescente. De permanecer en el tiempo, este sentimiento puede convertirse en un patrón de personalidad poco sano al vincularse, como la dependencia, la evitación o el narcisismo.
¿Cuáles son las causas del miedo al abandono?
Como se mencionó anteriormente, el miedo al abandono se origina durante la infancia o niñez, ya que es la etapa de la vida en la que se necesita de seguridad, protección y cuidado.
Quiróz explica que en los primeros años de vida es indispensable cubrir las necesidades emocionales básicas para un óptimo desarrollo. “Si no hay una atención a la necesidad de llanto del bebé, o ante los miedos no está la protección hacia el niño, este no tiene la contención ni el apoyo suficiente, entonces empieza a sentir inseguridad”, indica la experta.
“Si a esto le sumamos experiencias en las que el padre o la madre, que son las figuras importantes, no están presentes o no atienden estas necesidades, se puede ir formando esta sensación de abandono. La situación es peor si los padres están presentes y simplemente las ignoran”, añade Quiróz.
¿Cómo reconocer el miedo al abandono en los niños?
Según Quiróz, el miedo al abandono se puede presentar de la siguiente manera, de forma general:
- Desesperación cuando uno de los padres demora en cargarlos o tomarlos de la mano.
- Sensación de angustia.
- Conductas vulnerables como inhibición, aislamiento, desprotección.
- Alteraciones del sueño.
- Disminución del apetito.
- Falta de expresión y/o espontaneidad.
- Poca capacidad de expresión afectiva.
- Necesidad de satisfacción inmediata.
- Baja conexión emocional.
- Difícil interacción con otros, así como con el padre o apoderado presente.
- Falta de reciprocidad de acciones.
¿Cómo evitar que un niño desarrolle miedo al abandono?
Finalmente, la psicoterapeuta nos da algunos consejos para que los padres de familia tomen en consideración y así eviten que su hijo se sienta abandonado:
- Si algún padre ha fallecido o tiene que viajar, salir: El padre o la madre presente no pueden desaparecer del entorno o del espacio de sus hijos sin ninguna explicación. Siempre deben transmitirle información que le brinde seguridad, así como cariño.
- Si hay mucho trabajo de por medio: Deben darse el tiempo para jugar, cenar o pasar un pequeño tiempo de calidad con los menores. De no dar el tiempo a sus hijos, puede consolidarse un vínculo superficial, porque el padre o madre no lo ha abandonado, pero se genera un vínculo de poco contacto, confianza y seguridad en el niño.
- Consolidar el vínculo con el menor: Los vínculos se trabajan y construyen. Para evitar que el niño se sienta mal, los apoderados o padres deben hacer que este se sienta querido y respetado, mediante el soporte emocional.
- Estar presentes en los momentos importantes de la vida de los menores: Festividades como Navidad, cumpleaños o las actividades que involucren el colegio, actuaciones, reuniones de padres, etc.
- Compartir momentos en familia: Estos pueden ser a la hora del desayuno, almuerzo o cena, sin distractores como celulares o televisión. Permitir que el menor comparta sus experiencias en el colegio o en algún otro lugar.
- Involucrarse en su mundo: Tratar de compartir juegos, actividades que le gusten al menor por más que como adulto no disfrutemos.
¿Qué pasa si un adulto ha desarrollado miedo al abandono?
Cuando un adulto tiene miedo al abandono, puede ser complicado de reconocer, pues usualmente lo notan quienes voluntariamente se involucran en un proceso de terapia psicológica. Por ello, Briceño nos señala algunas características de este.
¿Cómo es el miedo al abandono en adultos?
La persona que revive el trauma del abandono se siente igualmente desprotegida que un niño cuando alguien se aleja o tiene que cortar un vínculo. Recordemos que cada persona reacciona de una manera diferente a los traumas que viven, pero estos son algunos ejemplos en general:
- No actúa como un adulto en esos momentos.
- Piensa que el alejamiento del otro le quita su valor propio.
- Se siente inseguro, ansioso y estancado vitalmente ante este evento.
- Relaciones superficiales de pareja en las que no se puede estar tranquilo.
- Dificultad para desarrollar habilidades sociales, no existen los apegos ni un grupo establecido.
- Se puede experimentar dependencia emocional.
- Conductas adictivas, marcadas por el vacío existencial e impulsividad por llenar este vacío.
“Ese sentimiento de indefensión y minusvalía marca fuertemente una experiencia, que, si bien puede ser dolorosa e incómoda para otros, en la persona con herida del abandono, es vivida como intolerable y razón suficiente para suspender su vida o perder el equilibrio anímico necesario para continuar”, destaca.
En la sociedad conservadora del Perú, según Briceño, es común que los hombres no se hagan cargo de su rol de paternidad o que las mujeres sean madres muy jóvenes, teniendo que asumir el rol de madres cuando no se encuentran preparadas, lo cual influye en la crianza de los hijos.
“Enfrentamos a un tema que está presente en gran parte de diagnósticos derivados de esta primera experiencia. Las personas que cargan con este miedo, suelen someterse a situaciones de abuso y violencia para evitar revivir el momento de ‘ser abandonados’. No prestan atención a las “red flags”, se quedan en el vínculo aún si sienten pisoteadas, maltratadas o no correspondidas. Suelen ser los otros quienes sueltan, los otros son los que se van, asegurando así la repetición del trauma”, agrega el especialista.
5 consejos para superar el miedo al abandono
Finalmente, Briceño nos brinda algunas recomendaciones para sobrellevar este trauma:
- Asistir a terapia: En la terapia se explora lo que hay detrás de los malestares. El trabajo psicoterapéutico frente al abandono es importante. Admitir que uno no puede solo con este miedo es un primer paso. El siguiente es entender que ninguna otra persona va a llenar ese vacío. Es recomendable llevar un apoyo psicoterapéutico, ya que es difícil verse a uno mismo en estas heridas.
- Disfrutar de estar con uno mismo: No depender de los otros para tener un gran día.
- Disfrutar de las personas que nos rodean: De la familia, de los amigos, no depender solo de la pareja o convertir a la pareja en una dimensión que invade todas las dimensiones de nuestras vidas.
- Evitar vínculos ambiguos: Aquellos que pueden intensificar los sentimientos de indefensión o poca valía. Se necesitan vínculos claros en la relaciones.
- Entender la razón detrás de la desaparición o alejamiento de algún miembro cercano: Puede ayudar a que pasemos de una lectura centrada en nosotros como niños a una mirada adulta y madura de la dinámica familiar que nos tocó vivir. Experimentar el abandono de adultos es necesariamente una experiencia que tiene su origen en nuestra infancia.
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