Dormir es una parte crucial de nuestra vida diaria, ya que permite que nuestro cuerpo se recupere y recargue las energías necesarias para el día siguiente. Ciertamente, uno de los hábitos más comunes que se pueden observar durante este período, es el dormir con la boca abierta y, contrario a lo que se suele pensar, definitivamente, esto no es sinónimo de un sueño reparador. De hecho, más allá de la incomodidad que puede causar a quienes comparten la habitación, esta posición puede traer consigo una serie de consecuencias negativas, no solo en la calidad del sueño, sino también en la salud general.
¿Por qué algunas personas tienen el hábito de dormir con la boca abierta?
Una de las principales razones por la que las personas suelen dormir con la boca abierta, son algunos problemas respiratorios. En algunos casos, la glándula que se encuentra en la parte posterior de las fosas nasales, denominadas adenoides, se inflaman y esto puede ocasionar una obstrucción que dificulta la respiración normal del individuo. Sin duda, este mal hábito también puede ser causado por una hipertrofia de los cornetes, pólipos nasales, alergias como la rinitis alérgica y cualquier otra condición que logre bloquear la cavidad nasal, explicó Carlos Saavedra, médico general y director de la carrera de Medicina Humana de la Universidad Privada del Norte a Bienestar.
“Es importante tener en cuenta que las fosas nasales son la entrada principal para el aire que respiramos, por lo que cuando dormimos con la boca abierta, estas no son capaces de poder filtrar, humidificar y calentar el aire antes de que llegue a los pulmones, lo que puede desencadenar una inflamación de la mucosa bronquial. Esto a su vez, puede ser un caldo de cultivo para agentes infecciosos, motivo por el cual, las personas que mantienen este hábito tienen una mayor predisposición para desarrollar procesos infecciosos constantes”.
De igual manera, otra posible causa son los problemas de sueño, pues en algunos casos, dormir con la boca abierta puede ser un síntoma de un trastorno del sueño subyacente como la apnea del sueño. Básicamente, esta hace referencia a los períodos en los que una persona deja de respirar durante 10 a 20 segundos, lo cual ocasiona que, el individuo se relaje, la lengua se vaya hacia atrás, la faringe colapse, se acumulen secreciones y que la saturación de oxígeno baje significativamente. En efecto, esto puede generar una mala calidad de sueño e inclusive, que la persona llegue a desarrollar otros problemas de salud, como la hipertensión arterial.
“Hay factores físicos propios de las personas que también pueden influir, como el cuello corto o la obesidad, ya que disminuyen el eje de ingreso del aire desde las fosas nasales hacia las vías respiratorias. Igualmente, la posición puede ser un factor, pues si un individuo adopta malas posturas, esto condiciona a una mayor obstrucción, razón por la que es más probable que duerma con la boca abierta”, mencionó el experto.
Por su parte, como señaló la doctora Marcela Abarca, otorrinolaringóloga de la Clínica internacional, algunos cambios en la anatomía facial, como alteraciones en la boca y la cara también pueden influir en la tendencia a dormir con la boca abierta. Por ejemplo, personas con paladares estrechos o mandíbulas pequeñas pueden encontrar difícil respirar por la nariz durante el sueño, lo que conduce a la respiración bucal. Asimismo, hay algunos tipos de medicamentos que repercuten en este hábito, en especial, aquellos que relajan la musculatura, como los sedantes.
¿Qué problemas de salud puede causar dormir con la boca abierta de forma crónica?
De acuerdo con la otorrinolaringóloga, dormir con la boca abierta puede traer consigo diversas consecuencias negativas para la salud, tales como:
- Sequedad bucal: Al dormir con la boca abierta, se reduce la producción de saliva, motivo por la cual, esta no puede cumplir su función de lubricar la boca y proteger los dientes. En definitiva, esto puede originar resequedad bucal y aumentar el riesgo de caries, enfermedades de las encías y halitosis o mal aliento, puesto que cambia el PH en la boca. Además, la exposición prolongada de los dientes al aire puede contribuir a la erosión del esmalte dental.
- Problemas respiratorios: Dormir con la boca abierta puede provocar sequedad en la garganta, ocasionando así irritación, dolor e inflamación, al igual que, una mayor predisposición a infecciones respiratorias y en algunos casos, sensación de falta de aire.
- Alteraciones faciales: Dormir con la boca abierta de forma crónica puede generar alternaciones faciales, especialmente, en niños en etapa de crecimiento. Algunos de los posibles efectos influyen: maloclusión dental, pues este hábito puede afectar el desarrollo normal de la mandíbula y la alineación de los dientes. Del mismo modo, la posición constante de la boca abierta puede influir en el crecimiento y desarrollo de las estructuras faciales, como el maxilar y la mandíbula, contribuyendo así a cambios en la forma del rostro, como una apariencia alargada o una mandíbula inferior retruida.
- Apnea del sueño: En casos más graves, dormir con la boca abierta puede favorecer al desarrollo de la apnea del sueño, un trastorno que interrumpe la respiración durante el sueño y que, indudablemente, puede derivar en serias consecuencias para la salud.
- Ronquidos: La respiración bucal durante el sueño puede incrementar la probabilidad de roncar, dado que no hay un paso adecuado del aire a las vías respiratorias. Si bien esto puede ser molesto para muchas personas, también puede ser un signo de un trastorno más grave, como la apnea del sueño.
- Afecta la calidad del sueño: Desde luego, cuando una persona duerme con la boca abierta, es posible que ronque, condición que puede interrumpir y afectar significativamente la calidad del sueño. Evidentemente, esto puede provocar somnolencia diurna, irritabilidad, cansancio, fatiga, alteraciones en el estado de ánimo y dificultad para concentrarse.
¿Cómo se puede abordar el hábito de dormir con la boca abierta?
El hábito de dormir con la boca abierta puede estar asociado con diversos problemas, es por ello que los tratamientos pueden variar dependiendo de la causa subyacente y la gravedad de los síntomas. Por consiguiente, es sumamente importante consultar siempre con un médico, quien pueda realizar un diagnóstico, con el objetivo de poder determinar cuál es la mejor alternativa para abordar dicha condición, recalcó Carlos Saavedra.
No obstante, como destacó la especialista de la Clínica Internacional, algunos de los tratamientos pueden incluir:
- Tratamiento de los problemas respiratorios: Estos pueden ir desde tratamientos médicos para abordar las alergias respiratorias hasta procedimientos quirúrgicos en pacientes con hipertrofia de adenoides.
- Corrección postural: En algunos casos, el simple hecho de corregir la postura al dormir puede ayudar a evitar este hábito. Por lo tanto, emplear almohadas adecuadas para mantener la cabeza y el cuello en una posición que favorezca la respiración nasal puede ser útil. Lo más recomendable es acostarse siempre del lado izquierdo.
- Dispositivos intraorales: Se pueden utilizar dispositivos intraorales como los retenedores bucales, los cuales ayudan a mantener la mandíbula en una posición que favorezca el cierre de la boca durante el sueño, además de que, mejoran la respiración nasal.
- Terapia de ortodoncia: En casos en los que el hábito de dormir con la boca abierta está relacionado con problemas de alineación dental o mandibular, la terapia de ortodoncia puede ser recomendada para corregir la posición de los dientes y la mandíbula.
- Terapia de apnea del sueño: Si el hábito de dormir con la boca abierta está asociada con la apnea del sueño u otros trastornos respiratorios, se pueden realizar tratamientos específicos para abordar estas condiciones, como el uso de dispositivos de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) y el dispositivo de avance mandibular (DAN). En situaciones más severas, incluso se puede recurrir a una cirugía.
“Asimismo, se pueden emplear metodologías como la terapia miofuncional, la cual consiste en una serie de ejercicios con un enfoque terapéutico que se centra en el tratamiento de los trastornos de la musculatura orofacial, incluyendo la lengua, los labios, el paladar y la mandíbula. Esta terapia se utiliza para corregir problemas relacionados con la función y la postura de estos músculos, que pueden afectar a la respiración, la masticación, la deglución y el habla. En el contexto de dormir con la boca abierta, esta puede ser muy beneficiosa para mejorar la postura de los músculos faciales durante el sueño, promoviendo así una respiración nasal adecuada y evitando la respiración oral”, indicó Marcela Abarca.
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