Diez cámaras trampa y 16 grabadoras de audio se instalaron en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) para seguirle la pista al pilisto (Pauxi unicornis), nombre que le da el pueblo indígena Yuracaré a esta ave endémica de Bolivia que está en Peligro Crítico (CR) de extinción según la Lista Roja de Especies de la UICN. El monitoreo fue realizado por la Asociación Armonía —una organización que desde 1993 trabaja con las comunidades locales para proteger áreas naturales y la vida silvestre del país— en una de las tres áreas protegidas donde se ha identificado la presencia de esta especie.
“Esta ave habita solamente en tres sitios de Bolivia: en el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró, en el Parque Nacional Carrasco y en el Tipnis y las zonas adyacentes”, explica Tjalle Boorsma, director del Programa de Conservación de la Asociación Armonía. “Se hicieron estudios en la Reserva de la biosfera y tierra comunitaria de origen Pilón Lajas, en el Parque Nacional Madidi y en las zonas de bosque húmedo de pie de montaña donde habita, pero en estos lugares no lo han encontrado”, agrega el científico.
Los resultados del estudio han sido alentadores para la conservación de esta pava, pues el Tipnis, hasta ahora, ha sido el lugar donde se ha encontrado la mayor densidad poblacional del pilisto, menciona Boorsma. “La zona realmente es el último refugio con hábitat en buen estado para esta especie”.
Búsqueda de un ave endémica
El pilisto —conocido en el Amboró y en el Carrasco como mutún de cresta azul o pava copete de piedra— es una especie muy difícil de registrar, señala el científico Boorsma. Por eso, para el estudio realizado en el Tipnis se decidió utilizar tanto las cámaras trampa como las grabadoras de audio, ya que “en la época reproductiva, los machos de pilisto producen un sonido muy profundo que se escucha muy lejos”, agrega el científico.
“Colocamos los grabadores y las cámaras trampa en agosto de 2021 y las retiramos tres meses después. Cuando analizamos las imágenes, encontramos que en el 50 % de las cámaras trampa, es decir, en cinco de ellas, había registros del pilisto”, menciona Boorsma sobre los resultados del monitoreo.
El científico también explica que tras el análisis de las imágenes de esta pava, en las que se dieron el trabajo de medir las dimensiones entre el pico y la cresta para determinar si se trataba de diferentes individuos, lograron identificar por lo menos 17 individuos. “Tomando en cuenta que solo instalamos 10 cámaras trampas y que logramos una detectabilidad en el 50 % de ellas, significa que, hipotéticamente, si aumentamos la cantidad de cámaras trampas, hay una gran probabilidad de registrar muchas más aves en esta zona”, explica Boorsma y agrega que “este es un indicador de que hay una buena población en esta área. Además, cuando observamos las imágenes satelitales, también vemos un bosque grande y continuo con las características que requiere esta especie para su hábitat”.
La información recogida con los equipos de audio aún está en proceso de análisis, pues todavía no se cuenta con un algoritmo para identificar de manera automática el canto de esta pava, por lo tanto, los investigadores deben revisar todas las horas de grabación que recogieron en los 16 equipos durante tres meses.
“En este momento todavía estamos escuchando los audios. Y creo que también debemos evaluar cuál es la mejor estrategia para registrar a Pauxi unicornis —menciona Boorsma—. Con una buena metodología de monitoreo podemos determinar la abundancia de la especie, pero también nos interesa saber hasta dónde llega la distribución de la población del pilisto y dónde debemos enfocar nuestro esfuerzo de conservación”.
Esta ave endémica boliviana habita entre los 400 y 1400 metros de altura, en las faldas o piedemonte de las montañas andinas de las tres áreas naturales mencionadas, se explica en el ‘Plan de Acción para la Conservación de Pauxi unicornis (Pilisto o Mutún de Cuerno Azul) en Bolivia’, elaborado por Bird Life International y la Asociación Armonía en el 2007.
En el documento también se señala que esta especie se ha convertido en el emblema del área protegida Amboró y que, por tanto, esta ave “podría convertirse en un elemento clave para impulsar actividades de ecoturismo que beneficiarían tanto a las áreas protegidas como a las comunidades locales cercanas”.
Además —indica el Plan de Acción para la Conservación— el Pauxi unicornis “desempeña un papel importante en la funcionalidad ecológica de los bosques tropicales, siendo considerado uno de los más importantes dispersores de semillas, contribuyendo a la dinámica poblacional de muchas especies de plantas”.
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Trabajo con las comunidades indígenas
En el estudio sobre el pilisto también participaron las comunidades indígenas que viven dentro del Tipnis. “Trabajamos en consenso con las comunidades indígenas Yuracaré para este estudio sobre la presencia y ausencia del Pauxi unicornis. Empezamos en el 2019″, cuenta Teodoro Camacho, asistente coordinador de la Asociación Armonía.
Camacho recuerda, además, que también ha formado parte de los estudios que la Asociación Armonía realizó en los parques nacionales Amboró y Carrasco en años anteriores. “Armonía empezó con los estudios de esta especie hace 15 años y yo me uní en el año 2017″, recuerda el investigador.
En el Plan de Acción para la Conservación del Pauxis unicornis, se detalla que “esta especie era prácticamente desconocida hasta 1980, cuando se intensificaron los estudios ornitológicos en el Parque Nacional y Área Natural de Manejo Integrado Amboró” y que una década más tarde los estudios se extendieron al Parque Nacional Carrasco. De acuerdo con esta publicacción, los estudios en estas dos áreas revelaron “las preferencias de hábitat, rango altitudinal, dieta y época reproductiva” de la especie.
“He sido la persona encargada de coordinar el estudio con las cinco comunidades con las que hemos trabajado y socializar el proyecto que íbamos a llevar a cabo”, menciona Camacho sobre su trabajo en el Tipnis, que se inició en el 2019. Para informar sobre el estudio —continúa el asistente coordinador— se realizaron asambleas en cada comunidad en las que se explicaba la parte científica de la investigación sobre el Pauxi unicornis, pero también sobre la intención de trabajar con ellos y el compromiso de entregar los resultados a las comunidades.
Camacho también asegura que miembros de cuatro de las comunidades indígenas Yuracaré participaron activamente en el proyecto. “Había personas de cada comunidad que fueron guías locales y nos acompañaron en las expediciones. También han aprendido a usar los equipos que hemos instalado como las cámaras trampa y las grabadoras de audio”.
Precisamente, las cámaras trampa mostraron registro de la pava en dos de estas comunidades, “pero no significa que la especie no habite en las otras dos zonas. Lo que sucede es que los equipos estuvieron solo tres meses en campo, por eso creo que es necesario ampliar el estudio”, asegura Camacho.
El asistente coordinador de la Fundación Armonía destaca el taller que se hizo después de retirar las cámaras, para trabajar en las necesidades que tiene cada comunidad y las posibilidades de realizar proyectos de conservación que también les proporcionen beneficios. “Me gustó mucho el recibimiento que hemos tenido en las comunidades indígenas y, además, no esperábamos tan buenos resultados de una especie en una situación tan crítica”.
Camacho explica que en los estudios anteriores realizados en los parques Amboró y Carrasco no se utilizaron cámaras trampas ni equipos de audio, sino que se realizó el monitoreo mediante la observación directa.
Además de esta ave endémica, las cámaras trampa registraron especies como el jaguar y el tapir, entre otros. “Hemos encontrado aves que no pensamos que estaban en esta zona. Los resultados han sido muy interesantes”, añade Tjalle Boorsma.
En cuanto a las amenazas que enfrenta la especie, el mayor peligro está en la pérdida de su hábitat, dice Boorsma, principalmente por el avance de la frontera agrícola, pero también por la caza para su consumo pues se trata de una especie de gran tamaño y que se desplaza por el suelo.
“Cuando hay gran perturbación del hábitat [entre las aves] las pavas serán las primeras que abandonarán la zona. Si llegas a un bosque que parece en muy buenas condiciones porque están los árboles grandes pero no hay pavas, ya sabes que hay una perturbación humana, que están entrando en la zona y que están cazando a esta especie”, explica el director del Programa de Conservación de la Asociación Armonía.
En el Plan de Acción para la Conservación del 2007 se menciona que todas las especies de la familia de las pavas (Familia Cracidae) están restringidas al continente americano y que éstas son usadas como fuente de carne. En el documento se indica también que “las especies más grandes de pavas (géneros Crax, Pauxi y Mitu) son las más sensibles debido a su ciclo de reproducción lento y requerimientos de hábitats más intactos”.
Nos toca trabajar fuertemente con las comunidades —añade Boorsma— y por eso el estudio social fue bastante claro, pues ya sabemos hacia dónde quieren apuntar las comunidades y qué quieren hacer en el área protegida. El investigador de la Asociación Armonía considera que impulsar modelos de cultivos sostenible como café bajo sombra o cacao es una opción para trabajar con las comunidades en la conservación del ecosistema. Otra alternativa es promover el ecoturismo.
Las imágenes captadas en las cámaras trampa han permitido saber los lugares donde habita una mayor cantidad de individuos, dice Boorsma, conocimiento que abre la posibilidad de planificar rutas para la observación de esta ave. “Teodoro y yo vamos a entrar a una de estas comunidades durante el Global Big Day que se realiza en octubre para intentar registrar al Pauxi unicornis y evaluar si es factible un proyecto de aviturismo”.
Imagen principal: Un pilisto capturado por una cámara trampa. Foto: Asociación Armonía.
El artículo original fue publicado por Yvette Sierra Praeli en Mongabay Latam. Puedes revisarlo aquí.
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