No hay duda: desde que se emitió el estado emergencia por la pandemia del coronavirus, la vida de millones de personas ha dado un giro de 180°. El distanciamiento social obligatorio para evitar la propagación del virus ha significado uno de los mayores desafíos en materia de salud para el mundo entero.
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Lamentablemente, estamos enfrentándonos a una situación, la cual pareciera que no tiene solución alguna, ya que diariamente incrementa el número de contagios y de personas que pierden la batalla contra este terrible mal, y claramente, esto genera en nosotros una inmensa incertidumbre, puesto que no sabemos qué va a pasar del día de mañana.
Sin embargo, no todo está perdido y a quienes nos lo demuestran día a día con su incansable labor. Por lo que, es probable que más de uno de nosotros hayamos visto en los medios de comunicación o que inclusive tengamos el orgullo de tener un familiar, un amigo o conocido que esté en la primera línea de batalla contra el coronavirus como médicos, enfermeros, personal de limpieza, personal de los supermercados, psicólogos, policías y soldados, un batallón de civiles y efectivos de las fuerza del orden que se sumaron a diversas tareas para poder garantizar la seguridad de nuestra sociedad.
En definitiva, esta situación nos ha demostrado que no existe trabajo más importante que otro, el trabajo dignifica al ser humano, y más aún si desde nuestro oficio podemos sumar esfuerzos para un bien común. Actualmente, en los centros de salud, en las calles y en los supermercados, contamos con la presencia de miles de héroes anónimos que están dejando a sus familias para jugarse la vida por el país.
Por esta razón, y como hoy se celebra en nuestro país el “Día del Trabajo” queremos destacar la labor que realizan todos estos peruanos para poder combatir a este virus. Por ello, presentaremos la historia de cinco mujeres, quienes día a día están trabajando incansablemente por el bienestar de nuestros compatriotas.
-CATHERINE REVOLLAR ZOPPI, PSICÓLOGA Y TERAPEUTA GESTALT-
Catherine es una joven de 28 años, terapeuta gestáltica y exalumna de la Facultad de Psicología de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Además, es una persona que está muy comprometida con la ayuda social voluntaria, y durante este periodo de cuarentena no ha sido la excepción, ya que no dudó en aportar su granito de arena en función a su profesión para sostener emocionalmente a todos aquellos que verdaderamente lo necesitan.
Durante las dos primeras fases de la cuarentena formó parte de la campaña “Red de Soporte al Adulto Mayor de Alto Riesgo y Discapacidad Severa” del Voluntariado Bicentenario en alianza con el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, en el cual tuvo la misión de llamar a diario a veinticinco personas de las tercera edad, con la finalidad de brindarles soporte emocional y orientación, identificar si eran posibles víctimas de abandono o violencia y si estaban con los síntomas del coronavirus.
“El simple hecho de que ellos sepan que alguien se preocupaba por su bienestar les alegraba mucho el día, y realmente eso se podía percibir por medio del tono de voz o frases como “muchas gracias señorita”, “cuídese usted también”, “mañana volvemos a hablar”, asegura Revollar en exclusiva con El Comercio.
Asimismo, desde hace unos años es voluntaria en la organización “Payasos de emergencia”, en donde suele ir a hospitales, pero por la crisis actual, lanzaron la campaña virtual “Saludo Express del Amor”, en donde Catherine y sus compañeros se dedican a enviar mensajes lúdicos y muy divertidos a diversas personas que están enfermas, pasando un mal rato o por su cumpleaños, ya sea que vivan en el Perú o en el extranjero.
También, pertenece a la asociación Civil “Más Igualdad Perú”, que a través de la campaña “Botiquín emocional”, logra brindar primeros auxilios psicológicos a personas de la comunidad LGBTI, con el objetivo de que estos puedan ser derivados a psicoterapeutas que manejan un enfoque afirmativo y puedan ser atendidos sin ser juzgados.
“Estoy muy agradecida de pertenecer a un círculo de soporte emocional femenino, a través del cual podemos conversar y sostenernos unas a las otras, lo que me permite lograr ese equilibrio, sobre todo en esta cuarentena, y así desde mis posibilidades poder ayudar a los demás”, refiere.
-NATALY CORREA, DEPORTISTA Y SUBOFICIAL DE LA FUERZA AÉREA DEL PERÚ-
Nataly Correa es una reconocida deportista peruana, quien decidió abandonar las canchas de Rugby para salir a las calles a jugar un partido más complicado contra el coronavirus, ya que también es Suboficial de Segunda de la Fuerza Aérea Peruana.
Bajo el lema que caracteriza a los integrantes de la FAP “Con mi patria hasta morir”, Naty y sus compañeros salen día a día a patrullar las calles con la finalidad de mantener el orden y garantizar el toque de queda impuesta por el Gobierno Central para neutralizar el avance del COVID-19 en el país.
“En el deporte enfrentas a un rival y lo conoces, en la guerra también, pero hoy enfrentamos a un enemigo invisible”, expresa orgullosa Nataly en una entrevista para el IPD.
Cuando se encuentra en el cuartel, la entusiasta jugadora se toma un momento para poder desarrollar sus entrenamientos, a pesar de que extraña mucho realizarlo en una cancha reglamentaria. “Nada es como entrenar en una cancha, con tus compañeras y amigas de la selección. Eso no tiene precio, pero hay que entender que hoy el país te llama a servir porque para estos momentos uno debe estar preparado”.
Nataly sale en una patrulla mixta de 15 personas durante la madrugada, dado que su labor es intervenir a los automóviles y a las personas que salen a las calles sin ningún motivo. Ha caminado por las calles de Miraflores y San Borja imponiendo el orden. Por momentos tiene temor porque son los primeros en intervenir a las personas, pero confía en su entrenamiento y capacidad.
“Siempre hay un poco de miedo. Somos los primeros en intervenir a muchas personas. Hoy enfrentamos a un rival invisible, pero soy muy creyente en nuestro Señor y vamos a salir juntos de esto”, indicó.
-XIMENA PISFIL SOLORZA, ENFERMERA-
Ximena es la jefa de enfermeras de la sala San Pedro del Hospital Dos de Mayo, quien lucha incansablemente contra la pandemia del coronavirus. En definitiva, ella podría ser una de las tantas heroínas anónimas que están en el campo de batalla; sin embargo, la vida le puso en el camino a Valerio Santa Cruz Fernández, el famoso anciano de 90 años, quien llegó al hospital con claros indicios de estar con la enfermedad, ya que presentaba un cuadro respiratorio agudo.
"Tratar su caso era una especie de reto. Se trataba de uno de los pacientes de mayor edad que recibíamos en el hospital, en la sala San Pedro donde atendemos a pacientes varones de entre 30 y 60 años en promedio, confirmados con el mal. Su diagnóstico nos ponía a prueba a todos porque con un síndrome respiratorio agudo, sus años, y emocionalmente alterado por encontrarse solo y con gente desconocida, aumentaba su vulnerabilidad y la posibilidad de fallecer".
Lamentablemente, ella junto a otros profesionales de la salud, se ubica en la primera línea de lucha contra esta terrible enfermedad, y en efecto, la probabilidad de contagio es mayor. A pesar de las adversidades, la servidora del sistema de salud de 29 años y el equipo multidisciplinario que intervino a Valerio se propuso brindarle calidad de atención. "Debíamos controlar sus síntomas, hablarle mucho para que se sienta respaldado. Generalmente educamos al paciente que llega para que pueda sobrellevar mejor su mal, pero en el caso de él, por su longevidad y su dificultad para respirar, había que asistirlo, sostenerlo, lo que aumentaba también la posibilidad de contagio para el personal”.
Igualmente, Ximena recuerda esos terribles momentos llenos de tensión y nervios, puesto que por la condición de Valerio, era probable que fuera trasladado a otra unidad, dado que la sala San Pedro que atiende casos severo, no cuenta con requerimientos de respiradores mecánicos. Sin embargo, gracias al tenacidad del personal de salud y el espíritu guerrero de Valerio, finalmente fue dado de alta. “El siempre preguntaba por su hijo, nosotros le decíamos que él lo esperaba afuera, que se sane, creo que eso lo ayudó a curarse, lo que es sorprendente, un verdadero milagro”.
-EMILIA ALIRE, PERSONAL DE LIMPIEZA-
Emilia es parte de ese comando especial y silencioso, pero vital que literalmente limpia el camino para lograr ganar la guerra contra el coronavirus. Sus armas más letales son las escobas, trapeadores y guantes, lo que le permite fulminar al COVID-19.
Desde hace cuatro años trabaja en el Hospital Guillermo Almenara como personal de limpieza, y como refiere en todo este tiempo nunca había visto nada similar. Ella es parte de un verdadero ejército, el cual está conformado por 163 personas y que debido a la pandemia deben hacer turnos de 11 horas.
“Este virus no respeta a nadie, pero seguimos trabajando y colaborando. Estoy muy confiada de que mis compañeros y yo podremos salir bien de todo esto, y trato de mantener una mentalidad positiva”.
En definitiva, hoy más que nunca la limpieza en los hospitales y calles es una pieza clave en esta batalla, ya que aunque no podamos verlo, en definitiva es un enemigo invisible, el cual está impregnado en los pisos y camuflados en las paredes.
Durante este tiempo de pandemia, Emilia está trabajando en la “zona roja” o “zona covid” como los mismos trabajadores le han puesto a las áreas de emergencia, UCI y el tercer piso del nosocomio en donde están albergados los pacientes infectados.
La labor de personas como Emilia se centra en ingresar tres veces al día a la zona covid con la finalidad de realizar la limpieza y evacuación de la basura. Los residuos biocontaminados van en una bolsa roja y transportados en contenedores del mismo color, lo que lo convierte en todo una maniobra maestra, ya que no debe haber nadie más en dicho lugar, únicamente al abandonar el edificio la carga es recogida por dos compañeros que lo suben a un camión de desperdicios.
De igual manera, sabe que tiene que ser fuerte, y sobre todo, responsable, ya que tiene hijos pequeños por los que tiene que velar. Por esta razón, el aseo personal es súper minucioso. “Al terminar mi turno, desecho toda la ropa e inmediatamente procedo a darme un baño y cuando llego a casa trato de no entrar en contacto con mi familia, por lo que decidí dormir sola por precaución”.
-SAMANTHA RUBIO ROTONDO, DOCTORA-
La doctora Samantha Rubio (27), quien se encuentra cursando “el servicio rural y urbano marginal en salud” (SERUMS) desde hace un año en el Puesto de Salud de Villa Mercedes de Lurigancho Chosica, es una de las tantas profesionales de la salud que de alguna u otra manera ha tenido que hacer frente a los estragos de la pandemia.
Si bien es cierto, la posta no ha tenido casos confirmados de COVID-19, solo un par de pacientes con sospechas de contagio; sin embargo, los trabajadores de este recinto no han cesado con su labor, ya que a pesar de que hoy en día todo gira en torno al coronavirus, aún hay muchos pacientes que por distintas condiciones médicas deben seguir recibiendo atención, puesto que los hospitales principales ya no se dan abasto para tratar a tantas personas.
“Nos encargamos de atender emergencias y a pacientes crónicos que necesitan pastillas. En la posta estamos tratando de que las personas de riesgo no tengan que venir, por lo que hemos determinado que es más conveniente que para el recojo de medicamentos o algunas consultas se acerquen los familiares más jóvenes”, manifiesta.
Una de las mayores preocupaciones que indica la doctora es la lamentable falta de capacitación del personal médico por parte del ministerio, ya que el protocolo en este puesto de salud no está claro. Aunque no se hayan presentado casos, las probabilidades de contagio son mayores, dado que es una zona en donde predomina la falta de consciencia y responsabilidad por parte de los vecinos, a pesar de la presencia constante de la policía y las fuerzas armadas.
“Definitivamente, salir a las calles es un gran riesgo, pero finalmente estamos cumpliendo con nuestra labor. En mi caso me he realizado dos veces la prueba de descarte, puesto que como personal de salud no puedo poner en peligro la vida de mis pacientes. En ocasiones es frustrante tener que negarles la atención a algunas personas, ya que lastimosamente no contamos con todo el equipo médico necesario. No obstante, dentro de nuestras posibilidades tratamos de dar nuestro mayor esfuerzo aun sabiendo que en cualquier momento pueda llegar un paciente contagiado”.
Elegimos solo cinco esta vez. Pero son muchísimas más.
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¿Cómo se contagia el coronavirus?
La covid-19 se contagia por el contacto de una persona sana con otra que esté infectada. Esta enfermedad se propaga de persona a persona mediante las gotículas procedentes de la nariz o boca cuando el que se encuentra enfermo tose o exhala.
En muchos casos, estas gotículas caen sobre objetos o superficies, que después tocan otros individuos y se llevan a la nariz, ojos o boca cuando pasan sus manos por la cara.
¿Cómo prevenir la propagación del coronavirus?
Para reducir la probabilidad de contagio existen varias maneras. Las principales son:
· Lavarse las manos con agua y jabón por 20 segundos y usar alcohol o gel desinfectante.
· Mantenerse a una distancia mínima de 1 metro de cualquier persona.
· Evitar tocarse los ojos, la nariz y la boca, debido a que las manos al palpar muchos objetos y superficies pueden recoger el virus.
· Mantener una buena higiene respiratoria: si tose o estornuda deberá cubrirse la boca y la nariz con el codo doblado o con un pañuelo de papel, que deberá desecharse de inmediato.
· Permanecer en casa si no se encuentra bien. En caso tenga fiebre, tos y dificultad para respirar, busque atención médica y siga las instrucciones que le de personal de salud.
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